Becas, limpieza y hasta el papel higiénico: el impacto del recorte presupuestario en las universidades

Suspensión de becas para apuntes o equipamiento. Recortes en limpieza y seguridad. Falta de papel higiénico. De cara al ciclo lectivo 2024, las universidades públicas implementaron diversas medidas para afrontar el recorte de fondos en el que quedaron inmersas por tener asignado el mismo presupuesto que el año pasado, en un contexto inflacionario.

“Si vas a los baños, te das cuenta. En la limpieza, también; antes era constante, había tres turnos. O en los bidones de agua: antes había de agua caliente y fría en cada departamento; ahora, con suerte, hay tres en toda la facultad. Supongo que se van agotando y no renuevan. Yo sé que es pública, pero a veces estamos todo el día acá”, dijo Liliana Galarza, estudiante de tercer año de kinesiología en la Universidad de Hurlingham. Agregó, además, que pararon las obras para construir el laboratorio.

La Universidad Nacional de Hurlingham, cuyo rector es Jaime Perczyk, exministro de Educación nacional en la gestión de Alberto Fernández, fue una de las primeras en informar el impacto de la restricción presupuestaria. Informaron en febrero que debían “reacomodar la oferta de comisiones”, pospusieron el período de inscripciones y cada alumno podrá inscribirse a un máximo de tres materias.

Con una inflación interanual de 287%, las universidades –al igual que tantas otras áreas del Estado– deben funcionar con el presupuesto 2023 prorrogado, dado que el presupuesto 2024 nunca se aprobó en el Congreso. Los rectores de las universidades públicas nacionales ya informaron que no cuentan con los fondos para garantizar el normal funcionamiento de las instituciones. En algunas, incluso, los alumnos cuentan que circula la versión de que las clases serán solo hasta mayo.

De las partidas que reciben cada mes, cerca de un 90% se destina al pago de salarios que se renegocian a través de paritarias. Mientras que el 10% restante representa los gastos de funcionamiento, que corresponden a todos los esenciales para mantener cuestiones básicas –luz, agua, limpieza, mantenimiento y erogaciones desde comprar una computadora hasta proveer papel higiénico– y permanecen congelados.

Con la intención de reducir el efecto del paro convocado para el pasado 14 de marzo, el Gobierno anunció un día antes un aumento del 70% que aplicaría a partir de marzo.

“Cuando uno lo analiza hoy, se vuelve un 58% anualizado y no un 70% porque se aplica sobre diez meses y no sobre 12″, especificó Felipe Verga Terra, director del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a LA NACION.

El Hospital de Clínicas que depende de la UBAAlejandro Guyot

“La situación es muy preocupante. Hoy estamos funcionando con un plan de emergencia, básicamente a costa de créditos, comprometiendo pagos para el futuro. Lo más crítico es que mientras estamos reclamando, semana a semana se va agravando. Si los aumentos de los servicios públicos son los trascendidos, no nos alcanza, sobre todo la luz”, agregó el politólogo. Apuntó, además, que en el caso de la UBA el impacto es aún mayor en los hospitales que dependen de la casa de estudios porque la inflación en salud es mayor.

En ese contexto, la Universidad de Buenos Aires convocó a firmar un petitorio (https://forms.office.com/r/KpkJNmvvLt?origin=lprLink) rechazando el ajuste bajo el lema “Cuidemos lo que funciona”. Será presentado ante las autoridades del Ejecutivo nacional y el Congreso.

“El espíritu es plantear la necesidad de cuidar algo que funciona. Creemos que la universidad es un activo y que necesitamos apoyarla para que el país pueda mejorar. Hay conversaciones con Torrendel [Carlos, secretario de Educación de la Nación]. Se nota que es receptivo, pero las decisiones lo exceden y necesitamos soluciones concretas”, cerró Verga Terra.

“De acuerdo con los lineamientos establecidos por el Ministerio de Capital Humano para buscar transparencia y el uso eficiente de los recursos, la Subsecretaría de Políticas Universitarias trabaja para poner fin a las transferencias discrecionales de manera que cada universidad justifique de forma fehaciente y documentada sus gastos con indicadores objetivos verificables”, se limitaron a contestar fuentes de la Secretaría de Educación ante la consulta de LA NACION.

Sobre si habrá nuevos aumentos para el presupuesto universitario, no hubo respuesta.

Una vez más, Milei volvió a apuntar contra las universidades la semana pasada. “Lamentablemente en la Argentina la educación pública, porque toda es pública, puede ser de gestión privada o de gestión estatal, ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente y llevando a la lectura de autores que han sido verdaderamente nefastos para la historia de la humanidad y en especial para la Argentina”, dijo el martes en el Foro Económico Internacional de las Américas.

En varias universidades, los alumnos coinciden en que el impacto se verá el próximo mes porque las clases acaban de comenzar. “Todavía no arrancó primer año que es el más multitudinario. Ahí yo creo que se va a sentir. Acá igual papel nunca hubo, se termina y chau”, comentó a LA NACION Delfina, que esperaba en las escalinatas de la Facultad de Medicina de la UBA para ingresar a cursar su cuarto año.

“Yo creo que para abril, mayo, se va a sentir. Hablan de que va a haber más virtualidad”, coincidió Ariel Cellia, estudiante de administración de empresas de tercer año de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).

También allí los alumnos dijeron que el primer impacto de las restricciones presupuestarias se notó en la limpieza. “No está tan limpio como otros años. Ya avisaron que papel higiénico no van a poner”, contó Belén Malia, estudiante de ingeniería. “El ‘microlab’ está cerrado; es un laboratorio que antes estaba a tu disposición. Y en el edificio Tornavías hay aulas nuevas, pero no se puede usar porque no hay bancos”, sumó.

Carlos Torrendell, secretario de Educación de la Nación

“No hay papel para limpiar las mesadas de los laboratorios, que es constante porque trabajamos con reactivos, antes siempre había. Cuando arranquen las prácticas de las materias se va a notar”, añadió María Victoria Buller, estudiante de biotecnología. Señaló, además, que las próximas camadas son más multitudinarias. “Nosotros somos 30, la próxima ya son 150. Una sola comisión no alcanza y no vemos que estén haciendo algo por cambiarlo”, lamentó.

Lara Hergenreder, estudiante de tercer año de ciencias políticas, mencionó que había menos horarios a la hora de inscribirse. “Ofrecían solo tres opciones. Intuimos que tiene que ver con la cuestión presupuestaria porque otros años no pasaba”, dijo.

En otras instituciones, ya comenzaron los anuncios. “Hace dos semanas nos avisaron que las becas se van a empezar a cortar. Nos daban un ambo, estetoscopio, tensiémetro. Hoy un ambo está 30.000 pesos. Yo entiendo que estamos en una situación complicada, pero nosotros no tenemos la culpa, nosotros queremos estudiar para ser alguien”, expresó Candela Cubila, ingresante a la carrera de enfermería en la Universidad de Hurlingham.

Se trata de la beca de materiales de estudio que otorga la universidad desde 2016 y que brinda los materiales necesarios para cada una de las carreras: kits de dibujo para diseño industrial y calculadora científica para las ingenierías, entre otras.

En la Universidad de Hurlingham se recortaron dos becas que se ejecutaban con fondos incluidos dentro de lo que se llaman “gastos de funcionamiento”, según precisaron fuentes de la institución. También, la beca de apuntes, que financiaba las fotocopias necesarias.

A este panorama se suma el conflicto salarial. Con una inflación acumulada desde diciembre a febrero del 71,33%, la propuesta del Gobierno en las paritarias docentes para febrero fue una actualización del 16%, seis puntos por encima de lo que marcaba la paritaria vigente. Para marzo ofrecieron un 12%, que fue rechazado por el Frente Sindical de Universidades Nacionales.

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