Vecino de barrio Campo Verde atestiguó que aunque hay más recorridos policiales en la zona, la venta de drogas no tiene freno. “Todos saben dónde se vende y los jóvenes son los más perjudicados”. Una de las deudas que el gobierno de Gerardo Morales y el Ministerio de Seguridad aun tienen con vecinos de toda la provincia son estrategias y acciones más positivas para combatir la venta y consumo de drogas, que el año pasado creció a ritmo acelerado, acaparando barrios como Islas Malvinas y Punta Diamante en Capital.
Raúl Villena, residente de barrio Campo Verde, contó cómo viven los vecinos de esa área de Capital, marcando que aunque se sienten más seguros debido a la respuesta y la presencia policial, los estupefacientes siguen siendo un flagelo que castiga a los jóvenes del barrio.
“La policía se puso las pilas, cuidó el barrio. Cuando hubo robos en las orillas se pudo recuperar lo sustraído. La policía está más atenta, los llamás y al toque llegan”.
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A pesar de ello, los lugares de venta de drogas siguen abiertos, “todo el barrio sabe dónde se vende”, y los jóvenes son los más perjudicados, el blanco principal de los vendedores.
La oscuridad de algunas zonas, es decir, la falta de iluminación callejera, aumenta la sensación de inseguridad; muchos, como el mismo Raúl, cierran sus puertas con llave y tienen rejas; “siento como si viviera en la cárcel, y más cuando roban cerca de la comisaría”, sostuvo.
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