La misión del Gobierno es mantener al dólar e inflación controlados hasta que empiecen a ingresar las divisas de la cosecha gruesa. En esta sintonía Jorge Colina, economista de la consultora IDESA, sentencia: «No debería ser complicado llegar a abril con un dólar oficial competitivo».
Este experto, con formación de Master of Art in Economics en la Universidad de Georgetown y Master in Finance de la Universidad de Amsterdam (Holanda), considera que el dólar paralelo genera mucha incertidumbre y proyecta qué precio puede alcanzar, al que estima que hoy se encuentra en un nivel bajo.
Además, analiza qué se requiere para bajar la inflación y qué ocurrirá en los próximos meses.
-¿Cómo evalúa las medidas que tomó el Gobierno en estos últimos dos meses?
-La primera medida concreta fue el sinceramiento del dólar oficial en una magnitud importante. El nivel de $800 al que saltó en diciembre 2023 lo puso en un nivel real por encima del que tenía en diciembre del 2019, que en aquel entonces era de $60, luego de la crisis de Cambiemos, y se consideraba alto.
Esto trajo un fuerte reacomodamiento de precios lo que produjo un salto inflacionario muy fuerte en diciembre y enero. La gente toleró esto porque se trata de un gobierno nuevo que, además, es novedoso en el sentido de tener un discurso libertario que inspiró esperanza a mucha gente.
De todas formas, dada la fuerte inflación de diciembre y enero, hoy el dólar oficial ya no está al nivel de diciembre 2019, sino de mediados de 2021. No tiene todavía el nivel de atraso del 2022 y del 2023, este último de atraso muy profundo, pero si la inflación mensual se mantiene en dos dígitos rápidamente podemos volver al escenario anterior a la devaluación de $800.
Jorge Colina, economista de IDESA, compara el precio máximo que alcanzó el dólar blue con su valor actual.
-En este sentido, ¿qué puede ocurrir con el precio del dólar con las medidas hasta abril cuando llegue la liquidación de la cosecha?
-El dólar oficial depende de la política cambiaria que siga el Gobierno. Es de esperar que no lo sigan atrasando y hagan que acompañe la inflación, a fin de llegar a la cosecha con un nivel competitivo que promueva la liquidación de divisas.
Si la inflación mensual es decreciente en los próximos meses, y el Gobierno genera expectativas de disminución del déficit fiscal, no debería ser complicado llegar a abril con un dólar oficial competitivo. En otras palabras, no haría falta usar al dólar oficial como ancla anti-inflacionaria.
-¿Cómo puede comportarse la brecha cambiaria entre el tipo de cambio oficial y los dólares libres?
-El que genera mucha incertidumbre es el dólar paralelo. Los depósitos a plazo de los bancos están muy líquidos. Las Leliq, que eran a 28 días, desaparecieron; y todos los pasivos del Banco Central están en Pases a un día con tasa de interés negativa. Por eso, va a llegar un momento en que muchos ahorristas e inversores decidan dolarizarse, sea en el mercado financiero o paralelo, y esto produzca tensión en los dólares libres.
De esta forma, la brecha cambiaria hoy es baja para lo que viene siendo los últimos años. Está en el orden del 50% cuando estaba estable en el orden del 100%. Pero es porque el dólar paralelo está bajo, ya que por ejemplo, en octubre 2023, cuando toca los tres dígitos ($1.000), número simbólico, que hoy serían $1.650, es igual al nivel al que tuvo a precios actuales cuando salió Martín Guzmán del gobierno anterior.
Si nos vamos al máximo nivel del blue, que fue octubre del 2020 a la salida del confinamiento por Covid, a precios de hoy ese dólar sería de $2.000. Entonces, dada la alta liquidez de los depósitos en pesos, la baja tasa de interés y este relativo atraso del dólar libre, da para pensar que la brecha en cualquier momento se puede disparar.
-¿Cómo ve la posibilidad de dolarizar la economía?
–No se trata de dolarizar compulsivamente, sino de legalizar el uso del dólar como moneda de cambio y celebración de contratos. Así, la gente que quiera usarlos legalmente tiene libertad de hacerlo. Hay que pensar que hay mucha gente que tiene ingresos y ahorros en dólares, por lo tanto, está en condiciones de cumplir con contratos en dólares aunque haya inestabilidad cambiaria. Con esta regla no hace falta que todos los pesos tengan que ser cambiados por dólares, que sería la dolarización. Simplemente, que convivan el peso y el dólar en forma legal.
Las bajas tasas de interés de las inversiones en pesos y un precio de dólar estancado pueden favorecer a la dolarización de ahorros.
-¿Qué puede suceder con la marcha de los precios de la economía en el actual escenario político y económico?
-Es difícil predecir qué pasará con la inflación en los meses que siguen. La experiencia de otras inflaciones altas en Argentina y en otros países, como por ejemplo Israel de 1985, que estaba en hiperinflación, señalarían que para bajar rápido la alta inflación no basta con bajar el déficit fiscal y dejar de emitir.
Estos dos ingredientes son esenciales y no pueden estar ausentes, pero también hace falta cambiar las expectativas a favor de la baja de la inflación y hasta revisar compromisos y pautas a futuro que incorporen al índice de precios a la baja que se espera para adelante, en lugar de seguir ajustando con lo vivido atrás.
En otras palabras, hay que lograr que la gente piense en términos de una inflación a la baja y deje de tener en mente a la alta inflación pasada. Obviamente, nadie puede comprometerse a obtener un precio a la baja en el futuro con el riesgo de que la inflación siga alta. Pero se pueden pactar cláusulas de revisión para prever esto.
Sin este tipo de cambio de enfoque, que se le podría llamar de desindexación, mental si se quiere, es difícil bajar de una inflación alta a otra baja de manera rápida. Sin este componente, la baja de la inflación debe pasar obligatoriamente por una fuerte recesión, proceso que es mucho más tortuoso y lento, por lo tanto, puede no bajar rápido la escalada de precios.
-En este escenario, ¿qué puede ocurrir en los próximos meses?
-El 2024 será un año difícil porque la economía está muy desordenada. Por donde se mire, hay distorsiones y malas regulaciones que entorpecen el normal desenvolvimiento de la economía. La Ley Ómnibus apuntaba a dar un marco legal para ordenarla. Ahora, hay que ver cómo el Gobierno implementa eso. Hay que ver si puede aplicarla, con sabiduría, para ordenar la economía.-