El «mega DNU» con el que el presidente Javier Milei inició su gestión todavía está a salvo de un posible rechazo del Congreso, peor no por mucho. Y es que su tratamiento entró en una cuenta regresiva y ya empezó a dividir a la UCR, lo que constituye un problema no solo para el partido sino también para el Gobierno por el peso que tiene el bloque de senadores y de diputados.
El presidente de la UCR, Martín Lousteau, se muestra muy crítico frente al Gobierno y si bien reclamó que se constituya la Comisión Bicameral que ya debería haber discutido el decreto 70/2023 con el apoyo de todo el partido, él adelantó que en su rol de senador nacional votaría en contra por considerar que su contenido es «inconstitucional».
Al respecto, una fuente del radicalismo indicó a iProfesional que «el único tema en debate hoy en la UCR es el DNU» y señaló que hay una fuerte división entre un sector que plantea el rechazo total al amplio decreto de Milei, donde se anotan Lousteau y diputados como Facundo Manes, y otro que propone la novedad de votar en contra solo de algunos artículo y a favor de otros.
Ese otro sector está encabezado por el llamado «grupo Malbec» que se referencia en el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, donde aparecen dirigentes como la vicepresidenta 3ra de la UCR y diputada nacional, Pamela Verasay, quien este viernes salió con los tapones de punta a advertir que «el rechazo completo huele más a capricho que a convicción».
Cómo es la división en la UCR por el «mega DNU» de Milei
«Los Malbec van a ver si pueden forzar una interpretación sobre el desglose del DNU para que no se parta el partido en la comisión y en la votación», deslizó a este medio una de las fuentes consultadas, que conoce como pocos la vida interna del radicalismo. En efecto, la propia Verasay -que responde directamente a Cornejo- señaló que «muchas de las reformas planteadas en el DNU del Gobierno fueron trabajadas por el radicalismo».
La diputada y vice de la UCR indicó que no quieren «realizar una oposición al DNU absoluta y superficialmente explicada», al tiempo que advirtió que un rechazo total dejaría al partido «con el mismo discurso que el kirchnerismo» y que esto sería «errado». Fue un tiro por elevación a la postura del sector más alineado con la mirada de Lousteau y Manes.
En la UCR preocupa la falta de consenso frente al DNU de Milei que divide al partido
El riesgo que advierten en este sector es que en el Senado (donde el kirchnerismo presiona por ir directamente a votar en el recinto el DNU) y en la Cámara de Diputados los bloques se partan y esto conduzca a una fractura expuesta en el partido, que por primera vez en varios años logró la unidad de todos los sectores internos en la elección de autoridades de diciembre pasado, que coronó a Lousteau como nuevo presidente.
Esa unidad se ve amenazada hoy por el «mega DNU», aunque el conflicto de fondo es la forma en la que la UCR debería relacionarse con el gobierno de Milei. Una parte del espacio no pasa por alto el encono del Presidente con el partido (expresado en insultos durante la campaña) mientras que otros insisten en que garantizar la gobernabilidad a pesar de ello.
La relación con el Gobierno, el conflicto de fondo en el radicalismo
En ese clima, los dialoguistas empezaron a molestar con la posición cada vez más dura frente al Gobierno que exhibe Lousteau. El presidente del partido recientemente dijo que «Milei tiene el sueño de la casta propia» y señaló con ironía que «ahora también hay congelamiento de precios» porque «congelaron el salario público, el gasto público, el de la educación y del gasto social». Hasta le salió al cruce por su ataque a la cantante Lali Espósito.
Según supo iPorfesional, en ese sector más dispuesto a buscar consensos con el Gobierno le reprochan a Lousteau que «anda hablando por todo el partido» y cayó particularmente mal que haya mantenido recientemente una reunión por zoom con los intendentes radicales a la que no fueron invitados los gobernadores ni sus alfiles en la mesa de autoridades, como Verasay y el vicepresidente segundo, Luis Naidenoff, alineado con el correntino Gustavo Valdés.
En el sector cercano a Lousteau rechazan esos señalamientos. Ante una consulta de este medio una fuente explicó que fue una reunión «del presidente del partido con el Foro de Intendentes Radicales» en la que «no había razón para invitar a toda la mesa» y cuya organización estuvo a cargo principalmente de la vicepresidenta primera Inés Brizuela y Doria por ser la presidenta saliente de ese foro.
Pero además, le bajan el tono a la división de la UCR al destacar que «todo el radicalismo está encolumnado» en la carta que firmaron las autoridades partidarias y de los bloques para pedirle a Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, que conforme la Bicameral de DNU. «Hace 20 años que no había tal unificación», remarcan.
Lousteau aparece cada vez más enfrentado con el sector que pretende buscar consensos con el Gobierno
Sin embargo, en esa reunión de Lousteau con los intendentes hablaron unos 40 jefes comunales que detallaron «cómo se está viviendo la crisis en los municipios, la ausencia de políticas y la inflación», según las fuentes consultadas. El tono del encuentro fue eminentemente crítico del Gobierno y de la voluntad de acompañamiento que expresa una parte del partido. Y así, el clima que se empieza a respirar en la UCR es de desconfianza mutua entre ambos sectores.
¿Por qué la división radical puede ser un problema para el Gobierno?
Esta división en el radicalismo puede ser un problema para Milei en lo que se refiere al «mega DNU» porque, a pesar de haber ganado tiempo para su discusión en el Congreso por la finalización del período de sesiones extraordinarias, en algún momento se pondrá a debate en la Comisión Bicameral o en el recinto de cualquiera de las dos cámaras y al oficialismo, se sabe, no le sobra ningún voto.
En ese sentido, la posibilidad de que el bloque de que los 13 senadores o los 24 diputados de la UCR se dividan en la comisión o en el recinto conspira contra las chances de que el Gobierno pueda sostener la vigencia del DNU, que de hecho ya habían empezado a decaer al menos en el Senado, donde se da la mayor presión para tratar el decreto.
Ciertamente, para que un decreto de necesidad y urgencia pierda su vigencia debe ser rechazado por las dos cámaras del Congreso. Con que una sola lo apruebe o no lo trate, no alcanza. Y a eso se le suma que para que el DNU de Milei sea sometido a votación tanto en Diputados como en el Senado falta mucho.
Sin embargo, el eventual rechazo por parte de una sola cámara del Congreso significaría un golpe político para el Gobierno, que ya viene de sufrir un traspié con la Ley ómnibus, aunque Milei busque presentar ese episodio como un triunfo contra la «casta» que, según él, demostró que «puso por encima sus privilegios» ante el ajuste.
Por ello, la división que el «mega DNU» genera en el interior de la UCR puede ser un problema para Milei porque le da vida a la posibilidad de que no consiga un dictamen de mayoría favorable en la Comisión Bicameral e incluso de que enfrente un rechazo en cualquiera de las dos cámaras.