En noviembre la inflación para el presupuesto de un trabajador repitió el 2,9% del mes anterior, motorizada fundamentalmente por la suba en los alimentos. El análisis del Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET-UMET) verifica, además, que el 43 por ciento de los asalariados son pobres, es decir que son sus ingresos no alcanzan a cubrir la canasta de pobreza.
“La caída en los ingresos generó un fenómeno muy perverso: el de estar incluido en la producción siendo pobre en la distribución», indicó Nicolás Trotta, exministro de Educación y director general del Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD), del cual dependen el IET. «Esta caída sostenida empezó en la segunda mitad del gobierno de Macri y el último gobierno peronista no pudo revertirla», agregó.
Diferencias entre trabajadores
En efecto, en su segunda parte el informe analiza la pobreza por ingresos dentro del universo de los trabajadores. Según explica el documento, “en 2024, el 43% de los ocupados fueron pobres, cifra que alcanza el 77,8% entre los desocupados». Advierte además que hay grandes diferencias entre segmentos de trabajadores en cuanto a su situación de ingresos.
Cuando se agrupa a los asalariados registrados con los no asalariados calificados, la pobreza en ese conjunto es inferior al 30%. En cambio, si se observa la situación de los asalariados informales con los no asalariados de baja calificación, dentro de este universo de ocupados la pobreza afecta al doble que los del segmento anterior: ronda el 60%.
«La pobreza en los trabajadores viene en aumento sostenido desde 2017, cuando alcanza al 18% de los asalariados. En sólo siete años, más de 6 millones de trabajadores cayeron por debajo de la línea de pobreza», señala el resumen del informe.
«Ahí está la causa principal de la deuda interna que dejamos. Ahí está la llave que abrió la tranquera que frenaba el regreso del individualismo neoliberal. Pero ahí también está, por su contrario, el norte de la reconstrucción justicialista. Que no es otro que una vida digna material como eje de un sujeto pleno en su totalidad”, consideró Trotta.
Las mayores alzas
En el informe los analistas del IET advierten que “la inflación de noviembre estuvo motorizada por Alimentos y bebidas (+3,3%), que es el capítulo que más incide en la canasta. Las mayores alzas se registraron en productos estacionales como frutas (+5,5%) y verduras (+4,4%).
El resto de los capítulos tuvo alzas entre el 2 y el 3%, lo que muestra una menor dispersión en las subas de precios compara- do contra otros meses. Educación (2,9%) y Comunicaciones (2,9%) subieron en la misma magnitud que el nivel general. En tanto, Vivienda (2,8%), Otros bienes y servicios (2,8%), Salud (2,7%), Recreación y cultura (2,5%), Indumentaria y calzado (2,5%), Equipamiento y mantenimiento del hogar (2,4%) y Transporte (2%) tuvieron incrementos por debajo del promedio”.
«En once meses de 2024 la inflación acumula un 123,3%, mientras que en los últimos doce meses escaló a un 177,9%. Por séptimo mes consecutivo, la inflación interanual se desaceleró”, señala el informe.
Tipo de cambio y salarios
Fabián Amico, coordinador del IET, apuntó que hoy se da un fenómino no tradicional en la economía argentina, porque el dólar no sube (apreciación del tipo de cambio real), «pero los salarios reales no alcanzan a recuperarse y muestran una tendencia el estancamiento». La razón, explicó, reside en el fuerte aumento de los precios regulados por el gobierno: servicios públicos y privados».
«Cualquiera que sea la contribución de estos precios regulados al índice general de precios, es evidente que una parte no menor de la inflación registrada después de la gran devaluación de diciembre del año pasado fue resultado del ajuste esos precios dispuesto por el gobierno», agregó.
Eso se tradujo, al mismo tiempo, en un menor salario real y un tipo de cambio real más bajo. «Parece una paradoja, pero una buena parte de la apreciación del tipo de cambio real es el resultado del ajuste de precios dispuestos por el propio gobierno”, detalló Amico.