lunes, 23 diciembre, 2024

Estabilidad precaria: el Gobierno de Milei acelera la búsqueda de un acuerdo con el FMI

La vocera del Fondo Monetario Internacional (FMI), Julie Kozack, confirmó este jueves el inicio de negociaciones formales con el Gobierno argentino para un nuevo programa de financiamiento externo. El actual programa de facilidades extendidas vence a fin de año y el gobierno de Milei busca reemplazarlo por uno nuevo, que según se anticipa, incluirá condiciones aún más severas para cumplir con los acreedores, perpetuando el ajuste sobre la clase trabajadora y los sectores populares.

Restan dos revisiones y un desembolso cercano a los 1.000 millones de dólares para culminar con el acuerdo de Facilidades Extendidas, firmado en marzo de 2022 durante el gobierno del Frente de Todos y apoyado por todos los partidos políticos en el Congreso con excepción de la izquierda. Este acuerdo reestructuró la deuda del programa stand by por U$S 45.000 millones tomada durante el gobierno de Mauricio Macri, y por lo tanto desde el año 2025 en adelante el país comenzará a afrontar los vencimientos de capital e intereses que superan los U$S 20.000 millones al año.

El gobierno había acelerado las negociaciones con el organismo internacional en las últimas semanas con el envío de una comitiva a Washington encabezada por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, el secretario de Política Económica, José Luis Daza, y el vicepresidente del Banco Central (BCRA), Vladimir Werning.

El gobierno de Javier Milei se apresura a cerrar un nuevo acuerdo con el FMI, en medio de una estabilidad económica del dólar y la inflación con bases muy débiles, apoyada en la recesión económica y el ingreso reciente de dólares por el blanqueo de capitales. Kozack destacó ciertos «logros» del plan de ajuste implementado por el gobierno, como la reducción de la inflación y la mejora en las reservas internacionales. Sin embargo, estos avances son insuficientes para enfrentar los desafíos estructurales de una economía asfixiada por la deuda y la fuga de capitales.

«Las autoridades han expresado formalmente su interés en pasar a un nuevo programa y las negociaciones están en marcha», dijo Julie Kozack, durante su conferencia de los jueves en Washington.

“Durante el último año desde que asumieron el cargo, las autoridades argentinas han seguido implementando su programa de estabilización económica, y han logrado resultados impresionantes. Estos incluyen una reducción considerable de la inflación, los superávits fiscales, y una mejor cobertura de las reservas internacionales”, describió Kozack. Y completó: “Una recuperación de la actividad económica y de los salarios reales está ahora firmemente en marcha, con un crecimiento que se tornó positivo en el tercer trimestre de este año”.

La intención del Gobierno es obtener un desembolso adicional de entre 11.000 y 20.000 millones de dólares para reforzar las reservas del Banco Central y eliminar el cepo al dólar, no obstante, esta aspiración es rechazada por la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y su staff técnico.

Las opciones de un posible programa sería un nuevo crédito stand-by, con plazos de 1 a 2 años, o un nuevo acuerdo de facilidades extendidas con plazos de 5 a 10 años y desembolsos durante 2 a 3 años.

Los anuncios del Gobierno de avanzar en las negociación no apuntan a brindar una solución de fondo a los problemas estructurales de la economía del país, sino enviar señales a los mercados para prolongar por algunos meses más la especulación financiera y sostener la apreciación cambiaria. En estas condiciones la deuda externa tiene como fin garantizar las ganancias de un reducido grupo de capitalistas y perpetúa el saqueo y la dependencia, mientras que el pueblo trabajador carga con el costo del ajuste.

El actual esquema de vencimientos de deuda es impagable y el gobierno busca fondos frescos para sortear el primer año, con la contracara de profundizar las contradicciones de la economía. Las reservas netas del Banco Central siguen en terreno negativo por unos U$S 4.600 millones, por lo cual, quedó muy lejos de cumplir con la última meta de reservas con el organismo.

La deuda externa: un mecanismo de saqueo y dominación

El endeudamiento externo, promovido por los sucesivos gobiernos desde la última dictadura cívico-militar, es un instrumento de saqueo. Como hemos señalado desde estas páginas, «honrar» esta deuda ilegítima y fraudulenta no ha traído beneficios para la mayoría de la población, sino que ha profundizado las desigualdades y la dependencia económica. Este nuevo acuerdo con el FMI no será la excepción: se trata de una «deuda odiosa», impagable y destinada a seguir beneficiando a un pequeño grupo del gran capital.

El FMI, nuevamente, exige medidas como «un tipo de cambio flexible y la eliminación del cepo», según palabras de Kozack. Estas demandas, lejos de resolver los problemas de fondo, profundizan el ajuste sobre las mayorías trabajadoras encareciendo el costo de vida y perpetuando la precariedad laboral, junto con un saqueo de los bienes comunes naturales.

Eric Toussaint, que es el referente del “Comité para la abolición de las deudas ilegítimas” señala que el endeudamiento argentino califica como deuda odiosa, porque la mayoría de las operaciones son realizadas contra los intereses de la nación o del pueblo de la nación y con conocimiento de los involucrados (es decir, el FMI, los bancos nacionales e internacionales, los fondos de inversión, funcionarios) de que esto es así. La calificación de deuda odiosa es motivo suficiente para declarar el desconocimiento soberano de esas deudas. Hay que rechazar el acuerdo con el FMI.

La experiencia histórica demuestra que los acuerdos con el FMI no son una solución, sino parte del problema. “Honrar” la fraudulenta deuda externa en beneficio de los buitres especuladores y del FMI llevó a catástrofes económicas y sociales permanentes, como la hiperinflación de 1989-1990 o la quiebra de 2001. La deuda externa es un mecanismo de subordinación imperialista que condiciona la soberanía económica y política del país. Por eso, desde la izquierda se plantea la necesidad de romper con el FMI y desconocer soberanamente esta deuda ilegítima.

No es un planteo «utópico» o imposible, como busca presentar la derecha y todo el arco político que coincide en mantenerse dentro de los marcos del régimen del FMI, para no cuestionar los fundamentos que sostienen las ganancias capitalistas en el país. El desconocimiento soberano de la deuda externa es una medida urgente para reorganizar la economía en función de las necesidades de las grandes mayorías, empezando por la nacionalización de la banca y el comercio exterior, medidas que permitirían poner las riquezas del país al servicio del pueblo trabajador y no de un puñado de especuladores.

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