martes, 8 abril, 2025

Escuela en Escobar. Supuestamente jóvenes organizaban una masacre

La semana que paso se lleva muchas noticias, pero sin dudas muchos medios difundieron e hicieron público con crudeza los mensajes de un grupo de chicos, mensajes que causaron preocupación en los padres que hicieron la denuncia en la comisaría 2ª de Escobar. En concreto, presentaron capturas de pantallas y audios de las conversaciones en las que varios adolescentes organizaban un presunto ataque armado en la Escuela de Educación Media Nº 4 de la localidad bonaerense de Ingeniero Maschwitz. Por supuesto muchos interrogantes, reflexiones e intentos de abordar una situación que no pinta a la escuela, sino en la escuela pinta a la sociedad en la que vivimos.

Hablar sin saber

Mucho se dijo y como siempre todo el mundo habla y algunos como si fueran parte del genial programa cómico “hablemos sin saber”. Una primera idea que fue surgiendo es que pasaba en la escuela.
En las escuelas habitan los y las docentes profesionales, equipos de trabajo, auxiliares y estudiantes, conformando con las familias, la comunidad educativa. Allí surgen condiciones para generar el debate, la reflexión sobre la base de intentar entender las situaciones violentas en la escuela como caja de resonancia. Porque justamente es allí donde practicas y modos sociales suelen aparecer y resentir todo el entramado escolar.
La escuela discute a menudo las acciones más acordes para el abordaje de un flagelo social que penetra en la escuela de manera disruptiva. Del conflicto se puede construir una salida colectiva con ciertas condiciones.
Por eso la pregunta central no es que pasa en la escuela, sino que sociedad queremos y necesitamos y a partir de ahí construir la escuela que pueda acompañar y construir esa sociedad. Pero como siempre suele ponerse el caballo antes que el carro. La escuela no es un espacio que perse genere violencia, allí muchas veces se reproduce una violencia que esta naturalizada en la sociedad o bien eventos terribles como este cuya motivación puede ser variada, pero fundamentalmente es el malestar social. Un malestar muy fuerte para los jóvenes que no encuentran futuro o motivación.

Pasa en Netflix o en la escuela pública porque pasa en la sociedad

La educación está en crisis y lleva tiempo sin que se hable seriamente de esto. Está a la altura de los cambios sociales, y las sucesivas crisis de nuestro país. Niveles de desempleo, desocupación, falta de oportunidades laborales, sin acceso a vivienda propia, acceso a salud integral de calidad y cobertura en medicación. Los caminos alternativos son de precarización y bajos salarios, y exposición a maltrato laboral. Allí donde se multiplica la desigualdad social, económica, política, crece la desigualdad de derechos, de género y disidencia.
En este contexto de “falta” se inscribe lo que aparece con este grupo de estudiantes y la utilización irresponsable de redes, armando posibles escenarios de violencia con armas en su propia escuela y hacia sus compañeros.
Las situaciones de conflicto y violencia en las escuelas son un reflejo de una ruptura de las redes y tejido social, que pueden llegar a series en las plataformas como Netflix como la ahora famosa “Adolescencia” o “Atrapados” pero que suceden e irrumpe en “lo real” ahí donde la sociedad no encuentra respuesta. Nuestra sociedad va generando vacíos, frustraciones y falsas conciencias que generan un enojo trasladado a todos los espacios de encuentro, fundamentalmente en la escuela donde la juventud se encuentra muchas veces para desencontrarse y reproducir parte de ese enojo colectivo social.
No es ficción ni un mal comportamiento escolar, es la violencia social la que aflora.

¿Alguien escucha a las niñeces, jóvenes y adolescentes?

Un lenguaje propio, una demanda a la sociedad, falta de referentes, un presente de violencias desde las grandes esferas de poder hasta la parte más baja de la pirámide social. Estos sucesos de violencia no deberían ser la “comidilla de la prensa amarillista” que aprovechan para sus planteos y bajar línea de la baja de imputabilidad o piden mano dura o policías dentro de las instituciones escolares donde hay niñeces, jóvenes y adolescentes.
El Estado en retirada con falta de propuestas inclusivas reales con presupuesto, infraestructura, profesionales y bien pagos, es el mismo que después señala a los jóvenes como delincuentes o a la escuela como inútil para resolver lo que la sociedad no logra resolver ni lo busca hacer.
Es necesario algunos ejes para pensar en esta coyuntura y encaminar este flagelo, una verdadera salud mental en los servicios de los hospitales públicos, con acceso real. Un presente con derechos elementales y un futuro con cierto grado de certidumbres para las niñeces, jóvenes y adolescentes. Un futuro posible como ciudadanos de derecho.

¿De quién es la responsabilidad de anticipar y prevenir estos escenarios?

En primer lugar le reclamamos al Estado y los gobiernos, sobre las consecuencias del vaciamiento de áreas, políticas públicas, espacios de atención, falta de recurso humano. Tan necesarios para anticipar y promover la prevención. Pero fundamentalmente entender que si no se resuelven los problemas estructurales será difícil encaminar de verdad este problema.
Al mismo tiempo saber que la crianza se inició hace tiempo y era comunitaria y no un deber ser solamente de las mujeres, por ende la educación de les jóvenes es un espacio donde conviven la comunidad en su conjunto, y todos somos responsables.
Alli los adultos debemos tener una mirada crítica y autocrítica y poder ver la necesidad de pasar de ser meros espectadores de las realidad a ser protagonistas de los cambios necesarios que pensamos debe hacerse en la educación de y para nuestros pibes y que país necesitamos para eso.
Entonces estamos ante una oportunidad, no para arrasar con lo poco que queda de la educación y la escuela pública que muchas veces además de tener objetivo de construir conocimientos es el único refugio en pie Institucional, es una oportunidad para lograr una mirada y escucha atenta a los distintos padecimientos y vulneración de derechos de las niñeces, jóvenes y adolescentes. Reclamar colectivamente lo necesario para la educación que puede poner de pie la sociedad que merecemos.

Patricia Rios

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