En los últimos días trascendió el caso de Matías Fulco, un joven de 28 años que fue víctima de una campaña de difamación digital orquestada por un hombre de 22 años junto a un grupo de personas. A través de perfiles falsos, Fulco fue imputado falsamente de torturar animales. El escándalo creció al punto de generar marchas frente a su casa, coberturas en vivo en la televisión, amenazas de muerte y un intento de suicidio por parte del damnificado, que forma parte del espectro autista y fue diagnosticado con Asperger.
Matías vive en General Pacheco con su madre, una enfermera que trabaja en un hospital de Tigre, sus dos abuelos de más de 70 años y sus hermanos, siendo que su padre falleció en un accidente de tránsito en 2015. Su caso se hizo conocido cuando difundieron fotos y videos donde lo acusaban de cometer actos de crueldad extrema contra perros y gatos, incluyendo mutilaciones y violaciones. Es que las personas detrás del ciberacoso utilizaron cuentas donde suplantaban su identidad para compartir ese tipo de material, además de jactarse de ser el autor de esas piezas.
A raíz de las falsas imputaciones, distintos usuarios compartieron sus datos personales (como domicilio, teléfono celular y el de su mamá, DNI, entre otros) con el objetivo de escracharlo. El hecho escaló al punto tal de que se generaron marchas autoconvocadas frente a su casa, en las cuales había móviles de televisión. Durante una de esas coberturas, se podía ver a los vecinos lanzando piedras contra la vivienda de los Fulco, mientras otros amenazaban con incendiarla. «Si lo cruzamos, los matamos«, exclamaban algunos de los presentes.
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Según contó su madre, Natalia, en declaraciones a Radio con Vos su hijo estaba «emocionalmente mal» debido a los hechos que le atribuían y a la magnitud del acoso. Asimismo, describió que en redes sociales se filtró un audio en el que su hijo «les gritaba a estos chicos que la paren, que la corten», en un intento de «parar este bullying» que estaba sufriendo.
También contó que el joven estuvo próximo a quitarse la vida, pero que lograron evitarlo porque lo «agarraron a tiempo». Según detalló, su hijo compartió una foto en su estado de WhatsApp donde estaba «con un cuchillo en la garganta» y «decía que ese era su final, que ya consiguieron lo que querían». «O sea, Matías se quería suicidar», sentenció. «Eso fue una despedida de mi hijo, despidiéndose con estos agresores que lo que iba a ocasionar era que se saque la vida Matías», se lamentó.
El inicio del ciberacoso a Matías Fulco
Según le contó la familia Fulco a Clarín, Matías fue diagnosticado desde pequeño y encontró en las redes sociales una forma de expresarse y vincularse. Justamente, durante la pandemia, su psicólogo le recomendó abrir un canal de YouTube para sobrellevar su cuadro de depresión agravado por algunas dificultades para sociabilizar. Allí compartía recetas, historias de vida y detalles cotidianos, a la vez que comenzó a conocer gente.
Sin embargo, los problemas comenzaron en 2021, cuando fue contactado por un usuario bajo el nombre de CALYP NEO, quien se hizo pasar por su amigo y se ganó su confianza, obteniendo los datos personales de Fulco. De esa manera, comenzó a acosarlo. En un inicio, le enviaba deliveries de PedidosYa a su nombre varias veces por día, a modo de broma. No obstante, también lo amenazó de muerte, ante lo que Matías cerró sus cuentas de Instagram, pero dejó su YouTube abierto para continuar su terapia.
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A pesar de que el joven redujo su actividad en redes sociales, el hostigamiento nunca cesó del todo. De esa manera, hace dos meses lo agregaron a un grupo de WhatsApp con varios supuestos amigos, incluyendo a CALYP NEO. En paralelo, crearon perfiles falsos usando su nombre y fotos, mezcladas con contenido gráfico de tortura animal.
Se trataba de videos en los que se mostraban perros siendo apuñalados, gatos ahorcados y animales quemados con agua hirviendo. En una de las imágenes más crudas, un animal aparecía con un hierro incrustado en la cabeza. Jamás se veía el rostro de Matías en las grabaciones y solo en uno se oía una voz parecida a la suya. Sin embargo, los textos publicados aseguraban que él era el autor de esos actos y que disfrutaba llevarlos a cabo. En cuestión de días, se abrieron siete cuentas de Instagram, nueve en TikTok y cinco en X (antes Twitter) para difundir este contenido bajo su identidad.
Al mismo tiempo, en distintos foros comenzaron a difundirse capturas de pantalla de los perfiles falsos y publicaciones adjudicadas a Matías, con la intención de impulsar campañas de escrache en su contra. También se viralizó su dirección y la del lugar donde trabaja su madre. Incluso algunos influencers vinculados a la defensa de los animales replicaron el caso, intensificando la indignación en redes contra quien creían responsable.
Gracias al comentario de una compañera de trabajo, Natalia se enteró de las acusaciones en contra de su hijo el jueves 27 de marzo. De esa manera, supo que no solo le atribuían ser un maltratador, sino que también estaban difundiendo fotos de él y la dirección de su casa. Apenas se puso al corriente de lo sucedido, estuvo toda la madrugada intentando responder los comentarios para tratar de limpiar el nombre de Matías.
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En cuestión de horas, la situación se agravó: el escrache continuó creciendo y ella comenzó a recibir amenazas telefónicas. Para la tarde, alrededor de 80 personas se habían congregado frente a su vivienda. La furia desatada en redes se trasladó a las calles, y los vecinos convocaron marchas para escrachar a Matías, una el viernes 28 de marzo y otra al día siguiente, el sábado 29.
“Hay que matarlo… Justicia por mano propia… violador… pedófilo”, eran algunos de los mensajes que comenzaban a llegarle. Uno en particular la estremeció: “A tu hijo te lo vamos a devolver en una bolsa negra, como hace él con los gatitos”. En los últimos días, recibió más de 700 amenazas, aunque la cantidad real fue aún mayor; simplemente dejó de contarlas después de alcanzar ese número.
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En ese contexto, Natalia acudió a la comisaría para denunciar el acoso que sufría su familia. Sin embargo, allí se topó con algunas de las rescatistas que habían ido a presentar cargos contra su hijo por maltrato animal. El enfrentamiento terminó con una denuncia también contra ella. Sumado a esto, las jóvenes aseguraban que Matías las había llamado durante la madrugada para amenazarlas con matarlas y agredirlas sexualmente.
Para esa altura, el damnificado ya no tenía celular, siendo que se encontraba tan alterado que apenas podía hablar. A la angustia por el acoso digital y los ataques en su barrio se le sumaba la dificultad de procesar lo que ocurría. En un momento de desesperación, intentó quitarse la vida: se despidió de un grupo de amigos por WhatsApp, se colocó un cuchillo en la garganta y envió una foto. Su familia llegó a tiempo para impedirlo.
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Sin embargo, la imagen no tardó en filtrarse. En lugar de calmarse, los agresores la viralizaron como si fuera un trofeo. Incluso la utilizaron para seguir amenazando a activistas en redes sociales, asegurando que usarían ese mismo cuchillo para atacarlas. El sábado siguiente, hubo una nueva marcha autoconvocada e intentaron incendiar la casa, pero los vecinos y la policía evitaron que eso ocurriera.
Al mismo tiempo, un canal de televisión transmitía en vivo desde el lugar y mostraba la indignación de los rescatistas, que insultaban a Matías, alentados por los comentarios de los conductores desde el estudio. Uno de los panelistas incluso llegó a decir al aire: “Le tienen que arrancar las pestañas”. Mientras tanto, quienes manejaban el perfil falso seguían activos, observando la transmisión y subiendo historias en Instagram con mensajes dirigidos a quienes estaban en la zona, mencionando que estaban decidiendo «qué hacer con un gatito que tenía encima».
La denuncia ante la Justicia y el arresto del falso Matías
El hostigamiento alcanzó también a su madre, quien fue amenazada en su lugar de trabajo e incluso algunos compañeros exigieron su despido. Ante la escalada, decidió denunciar la situación ante la Justicia con el asesoramiento del abogado Esteban Sparrow, especializado en ciberdelitos. La causa quedó en manos del fiscal Alejandro Musso, quien comenzó a rastrear los IP de los perfiles y determinó que los videos no eran de Matías, sino viejas grabaciones que circulaban en grupos de Telegram.
En paralelo, Natalia logró comunicarse con el impostor a través de mensajes. Fingiendo ser su propio hijo, lo condujo a cometer errores para obtener sus datos. Así descubrió que era de Zona Oeste y consiguió que confiese en partes el delito. «Tranquilo, ya insultan pocos ahora. Se fue el hate. Dejá de quejarte, te hice famoso«, le escribió el perpetrador.
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Sumado a esto, los investigadores solicitaron a Telecentro información del lugar de conexión de la cuenta, con lo que confirmaron que el perfil era utilizado desde un domicilio en San Justo, a más de 40 km de la casa de Matías. En concordancia con esa información, Meta confirmó que el mail asociado al perfil pertenecía a una persona que usualmente se movía por Zona Oeste.
De esa manera, las autoridades llevaron a cabo un allanamiento en el domicilio desde donde figuraban las conexiones. Se trataba de una vivienda donde vivían cuatro hombres: un padre con tres hijos de entre 20 y 30 años. Ante la policía, el papá identificó al responsable: Adrián, de 22 años, quien ya había tenido causas por acoso digital.
Al revisar sus dispositivos, encontraron las amenazas y pruebas del hostigamiento. Fue detenido, pero luego devuelto a su hogar bajo custodia de su familia debido a su estado de salud mental. «Tiene algunas discapacidades certificadas, esquizofrenia y arranques psicóticos, está medicado», explicaron fuentes judiciales citadas por Clarín.
Aunque el responsable fue identificado, la familia sostuvo que el daño persiste. En ese sentido, las capturas de pantalla siguen circulando, con comentarios recientes donde piden que Matías sea arrestado por los hechos que le atribuían falsamente, aunque otros usuarios salen a defenderlo y contar la verdad detrás del hecho. Asimismo, durante la madrugada del martes pasado volvieron a apedrear su casa.
“Matías está con mucho miedo, escucha un ruido y se esconde en el baño. No sale del comedor. No puede volver a su casa. Está mal”, contó su madre. “Lo alivió saber que estaba detenido el responsable, pero no le pudimos decir que ya lo liberaron”, agregó.
Natalia tampoco duerme. Está atenta a cada ruido. «Hoy no duermo. Me despierto, estoy pendiente de las ventanas, a ver si viene alguien. Ayer me quedé despierta hasta las 5 de la mañana. Mis papás, de 76 años, están muy angustiados«, relató. Sin embargo, aseguró que no tiene miedo y que su único deseo es limpiar el nombre de su hijo. Además, quiere hablar con los responsables y sus padres, para entender por qué actuaron de esa manera contra Matías.
MB/Gi