lunes, 2 junio, 2025

Cómo tener una conversación difícil sobre algo que te afecta (y por qué conviene no evitarla)

¿Cómo le dices a tu amigo que algo que ha estado haciendo te duele? ¿O cómo hablas con tu madre sobre algo espinoso? ¿O pides un aumento de sueldo? ¿O incluso le pides a tu pareja que pruebe algo nuevo en la cama?

Todos, en algún momento, hemos tenido o tendremos algún conflicto, tensión, preocupación o incomodidad que preferiríamos borrar de nuestras vidas.

En muchos casos, lo que se requiere es una buena conversación… y algunas son difíciles.

La naturaleza de la conversación difícil es que no sabes lo que va a pasar, y podría ser malo: te puede hacer sentir vulnerable y expuesto, y es posible que obtengas información que no quieres.

Es por eso que tratamos de evadirlas.

Si solo pensar en este tipo de conversaciones te revuelve el estómago, no estás solo.

La mayoría evitamos momentos como esos, pero ¿qué tan importante es afrontar nuestros problemas interpersonales de frente?

“Hay una gran cantidad de situaciones difíciles, ¿verdad? Si quieres un ascenso, si estás en una relación y tal vez tu vida sexual ya no es tan buena, si tienes un amigo y las cosas se están poniendo un poco raras o distantes o algo ha cambiado y no sabes qué es, si tu mamá está constantemente criticando tu cuerpo…”, le dice a la BBC la psicóloga colegiada Kimberley Wilson.

“Necesitas tener una conversación difícil con esa persona, quien quiera que sea, para que la situación cambie: todo lo que quieres está al otro lado de esa conversación. “Pero a veces creemos que, si ignoramos el problema, simplemente desaparecerá”.

“No es así”. Y eso trae repercusiones.

Cuando no hay honestidad, la relación deja de ser profunda, y al mantener el silencio, se acumula el resentimiento.

El resultado puede ser un estallido, lo cual es mucho más destructivo que una conversación, o un adormecimiento de la relación, pues terminas simplemente dejándola ir.

Eso es una pena, particularmente porque hablar podría cambiarlo todo.

Si la idea de tener esas conversaciones difíciles te repele y estás a punto de dejar de leer, Kimberley Wilson tiene un plan para ayudarte a enfrentarlas.

Paso a paso

El plan tiene 10 pasos, y “los primeros tres son de preparación”.

No se trata de lanzarse directamente, sino de cómo nos preparamos psicológicamente.

“El primer paso es pensar en los costos reales del statu quo:

Pensá que al no expresar lo que sentís, de cierta manera estás diciéndote que no eres una persona valiosa, que no considerás que vale la pena defender tus sentimientos, ni valorás la honestidad, o tus metas, o a vos mismo.

En otras palabras, la incomodidad imaginada de la conversación es más importante que el malestar real que estás sintiendo.

¿Cómo hacerlo? Planeando, preparándose y concientizándose de los beneficios, incluso si las cosas no resultan bien.Getty Images

“El paso #2 es: Hacé lo contrario. Pensá en los beneficios: ¿Qué podrías lograr con esa conversación?”, plantea Wilson.

“Tené en cuenta que los beneficios puede que sean solo para vos. Eso es muy importante, porque a menudo una de las razones por las que posponemos estas conversaciones es que pensamos que no tiene sentido porque no puedes cambiar a la otra persona.

El secreto es que ese no es el punto: “El propósito importante de la gran conversación es demostrarte a vos mismo que sos alguien a quien vale la pena defender. Tal vez no consigas lo que querés de la otra persona, pero sí lo que querés de vos mismo”.

“Posiblemente te quedará la sensación de que efectivamente podés hacer cosas difíciles: tuviste la conversación que te parecía imposible, y si pudiste hacer eso, ¿de qué más serás capaz? Y a menudo, incluso si la otra persona no puede o no está dispuesta a cambiar, te respetará más por ser vos mismo”, indica la psicóloga.

El paso #3 es hacer un análisis del costo-beneficio.

“Mirá tus dos listas y pensá si vale la pena”, explica.

No hace falta que vayas por el mundo teniendo todas y cada una de las conversaciones difíciles. Tenemos una cantidad finita de energía y tenemos una cantidad finita de relaciones, y la idea es poner el esfuerzo donde tiene que ir”, suma la psicóloga.

Si decidís que, al fin y al cabo, no vale la pena, perfecto.

Si considerás que es necesario hablar, hay otros siete pasos que te pueden ayudar.

Tenemos que hablar

El paso #4 es pedir apoyo.

Hablá con un amigo u otro ser querido y decile: ‘Estoy a punto de hacer esto que me parece realmente aterrador o desalentador. ¿Puedo contar con tu apoyo?’.

“Es bueno saber que hay alguien a tu lado”.

El siguiente paso es iniciar la conversación.

Recuerda que si tú estás nervioso, la otra persona también.Getty Images

“Es el más difícil”, apunta Wilson: “De hecho, hay varios ejemplos de gente haciéndolo muy mal, a menudo usando la que podría ser una de las peores frases del lenguaje humano: ‘Tenemos que hablar’”.

Da hasta escalofríos, así como “necesito decirte algo”.

“Te provoca una sensación horrible porque está repleta de ambigüedad, y a la mente humana no le gusta la ambigüedad”, sostiene la experta.

Ese vacío de certeza tendemos a rellenarlo con nuestros peores miedos: me van a gritar, me odian, se viene alguna catástrofe.

“Así que nunca empieces una conversación con frases como esas”. La psicóloga sugiere aprovechar la tecnología moderna.

“Ayuda, porque podés enviar un mensaje, diciendo algo como: ‘Estuve estado pensando en nuestra relación, y realmente quiero estar lo más cerca posible. ¿Estarías dispuesto a conversar? ¿Cuándo funcionaría para vos en la próxima semana?’.

Así que le estás dando a la persona un aviso, estás pidiendo un tiempo en un futuro cercano, y les estés dando una opción.

“Y en ese momento pueden decir que no. Pueden decir que en realidad no están interesados en hablar”.

Pero si se niegan a hablar con vos, ¿no es algo terrible?

“No tanto”, opina Wilson, “porque si dicen que no, entonces todavía puedes decirte a vos mismo algo realmente importante: ‘lo intenté. Di ese paso’. En todo caso, obtienes los beneficios del coraje y el esfuerzo.

“Y luego podés hacer la pregunta de seguimiento: ¿Por qué no? Y si te dicen que sencillamente no pueden o quieren hacerlo, no hay problema, al menos ya saben que algo está pasando”.

La ventaja es que no tienes que seguir fingiendo.

Así no se dé la charla, “hay un poco más de realidad y un poco más de honestidad en lo que está pasando”.

Y podés reevaluar la relación y tomar una decisión.

“¿Continúo dirigiendo mi energía, mi inversión y mi afecto hacia esta persona, o puedo redirigirla hacia quienes están más interesados en tener una relación real conmigo?

“El solo intentar tener la conversación te da opciones”.

Ahora, si la persona está dispuesta a hablar con vos…

El consejo de la psicóloga: escribir.Getty Images

Paso #6: prepararse.

Cuando estamos en una situación emocionalmente tensa, es probable que nos sintamos ansiosos y cuando nos invade la ansiedad, la parte de nuestro cerebro que controla los impulsos, la planificación, el pensamiento y la razón, se apaga. Tenés que prepararte para eso.

Wilson señala que algo muy útil en estas situaciones es escribir lo que querés decir, y no sólo como guía en caso de que te sientas abrumado y pierdas el hilo, sino como una carta que le podrías dar a la otra persona.

“Tenemos que tener en cuenta los sentimientos de la otra persona. Puede que también esté nerviosa e incluso que la hayas tomado por sorpresa, porque no tenía ni idea de lo que estabas sintiendo”.

Si le podés dar lo que escribiste, esa persona puede leerlo cuando esté más tranquila, y tener tiempo para asimilar y procesar todo.

Y así, inexorablemente, llegamos al momento de tener la conversación.

El temido paso #7

Ahora sí vas a tener la conversación, y la psicóloga sugiere que sea en persona, si es posible.

“Una de las razones por las que tenemos rostros tan expresivos es porque la comunicación no verbal es muy importante, y gran parte de los matices y la ternura se pueden perder cuando están escritos”.

Recomienda además volver a hablar del tema.

“No esperes resolver todo en una sesión de media hora. Cuando la adrenalina baja, ambos pueden asimilar lo dicho, y tienen la oportunidad de darle sentido a lo que está sucediendo. Así que siempre sugiero tener una semana entre la parte 1 y la parte 2 de la conversación».

“Esencialmente, esos son los últimos pasos, es decir, 8, 9 y 10”, que son…

Hay unas conversaciones difíciles muy delicadas, como aquellas en las que lo que quieres expresar es tu preocupación por el bienestar de un ser querido.Getty Images

#8. Dale tiempo a la otra persona para pensar y responder.

Puede que la otra persona no supiera que te sentías así o que estuviera abrumada por las emociones. Aunque quieras respuestas o explicaciones, es justo complacerla. Muestra curiosidad por su punto de vista.

#9. Recuperar y regular

Las emociones afectan físicamente al cuerpo y es probable que esta sea una conversación intensamente emotiva. No planees hacer nada después. Despejá tu agenda y hacé espacio para actividades que te ayuden a reducir tus niveles de estrés y emoción, como caminar por la naturaleza, escribir en un diario o simplemente dormir.

#10. Retomá la conversación

No esperes resolver tu problema en una sola sesión. La otra persona sentirá muchas emociones y también necesitará tiempo para recuperarse y procesar la conversación.

Quizás podrías esperar una semana y luego enviarle un mensaje como: “¿Te parece bien que tengamos otra conversación?”.

Entonces, no se trata de buscar conflictos en tu vida, perseguir retazos de antagonismo, confrontar a cada persona que se oponga a vos de alguna manera.

Pero hay relaciones que realmente importan, y resolver asuntos problemáticos requiere tiempo, esfuerzo y, en algunos casos, comprensión.

Unas de las más delicadas de esas conversaciones difíciles son las que tienes con seres queridos que de alguna manera se están haciendo daño a sí mismos.

Si estuviera preocupada por alguien, esencialmente seguiría los mismos pasos. La diferencia es que necesitás más paciencia porque puede ser que en ese momento no sean capaces de tolerar o siquiera escuchar lo que tienes que decir.

Según la psicóloga, lo importante es que eso se alojará en el fondo de sus mentes para cuando estén listos, y entonces sabrán que te preocupás por ellos y que los quieres tanto que tuviste la valentía de hablarles para decirles básicamente que los amas.

“No hay soledad más grande que sufrir y pensar que nadie se ha dado cuenta”.

Hablar de lo que nos preocupa “puede acercarnos de una manera mucho más real, y eso se convierte en una base para un poco más de honestidad, un poco más de autenticidad, un poco más de introspección, y tal vez un poco más de generosidad si esas situaciones se vuelven a presentar”, concluye Kimberley Wilson.


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