La pulseada entre el kirchnerismo y el kicillofismo persiste, a un día de presentar alianza electoral para los comicios provinciales. Alianza no significa unidad, no solo prima la puja de poder interno; sino que además, el gobernador y sus intendentes afines podrían presentar candidatos propios en una lista a parte.
La rosca furiosa dio un sistema de apoderados que expresa la desconfianza mutua entre La Cámpora y Kicillof. Esto se definió el sábado pasado en una reunión del PJ bonaerense. Hay dos integrantes de cada sector (incluido el massismo), pero Máximo tendrá lapicera propia. No se ponen de acuerdo en cómo van a repartir las parcelas en el territorio bonaerense, así que en cada pacto miden a milímetro su incidencia y poder.
Todo esto ocurre mientras en la provincia de Buenos Aires diversas luchas de trabajadores se ponen en pie ante los despidos discriminatorios de empresas que quieren deshacerse de quienes levantan la voz ante la prepotencia patronal. Esto ocurre en Shell. Y también en la alimenticia Georgalos, donde éste martes los obreros hicieron un contundente corte en la autopista panamericana y se bancaron la represión de la gendarmería, con solidaridad de distintos sectores.
PBA. Gran corte de Georgalos en Panamericana, con enorme apoyo contra los despidos
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Los despidos son persecutorios, tienen una importante cuota de ilegalidad y la empresa radicada en territorio bonaerense no cumple la conciliación obligatoria. Y el Ministerio de Trabajo de la provincia y el propio gobierno provincial, dejan que corra la persecusión y los despidos, y envía a la policía bonaerense para intentar meter miedo. A su vez, el sindicato de la alimentación al mando de Rodolfo Daer y la cúpula de la CGT dejan a los trabajadores librados a su suerte, mientras cierran filas en la interna del lado de Kicillof.
Por abajo, los trabajadores ensayan la unidad y la solidaridad, se acompañan mutuamente en sus luchas.
Por arriba, el peronismo político y sindical no da tregua en su interna: ni la proscripción de CFK, ni las detenciones ilegales a las militantes camporistas frenan su tensa rosca. Tampoco parece que la emergencia de la resistencia obrera en la provincia los conmueva.
El kircherismo quiere encabezar la tercera sección electoral, Sergio Massa quiere reconquistar la primera; pero Axel Kicillof se proyecta hacia el 2027 y busca que el peso de su alianza con los intendentes consiga imponer el armado que más le convenga. El kirchnerismo -que dejó de lado todo intento de movilizar para derribar el avance antidemocrático del régimen, tampoco va a soltar el hueso. Esta disputa por cargos y parcelas de poder, podría llevar a que el llamado Movimiento Derecho al Futuro (MDF) lance su propio armado en las elecciones de septiembre.
A un día de la presentación de alianzas, si falta alguna firma por desconformidad de algún apoderado, ni siquiera habrá frente electoral. Aunque la tendencia es hacia pactar.
Lo que sí une al peronismo, es la vocación de permitir que Javier Milei y las patronales dejen tierra arrasada, con la fantasía de volver victoriosos al poder en las elecciones presidenciales. Kicillof dice que blindó la provincia ante el ajuste, pero más allá de ciertas medidas como subsidios al consumo a través del Banco Provincia, el propio gobernador ataca incluso la lucha docente al descontar días de paro. Y la ubicación ante la lucha obrera es de total laissez-faire empresarial.
Lo verdaderamente auspicioso en este contexto, es la resistencia que crece desde las bases obreras. Desde abajo es posible imponerle a los sindicatos y centrales sindicales que pongan las herramientas gremiales al servicio de las luchas. En la provincia de Buenos Aires y en todo el país, se encaran diversas peleas ante el ajuste del Gobierno, la prepotencia de las empresas y el vuelco antidemocrático del régimen. La unidad más valiosa es conquistar una coordinación y una solidaridad activa entre todos los sectores. Ahí está la fuerza social capaz imponer un verdadero cambio en la situación de las mayorías.
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