La Tarjeta de Residente Permanente, conocida como green card, es uno de los documentos más deseados entre los migrantes, ya que además de permitir la estadía en Estados Unidos, también ofrece beneficios y la posibilidad de trabajar de forma legal. Este plástico en sus inicios tenía un propósito muy distinto al que ahora se conoce, pero la guerra lo cambió todo.
Antes de 1930, no existía ninguna distinción entre los residentes permanentes legales y otros extranjeros. Los recién llegados debían registrarse en la oficina de correos a su llegada, como modelo de control de ingreso. 10 años después todo cambió cuando Estados Unidos se involucró en la Segunda Guerra Mundial, por lo que sus procesos migratorios se modificaron.
Fue en el año 1940, un año después de que los conflictos internacionales estallaran que todos los extranjeros en EE.UU. debían registrarse ante el gobierno federal, para permitir que las instituciones tuvieran un control sobre las personas migrantes dentro del país, según el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (Uscis, por sus siglas en inglés).
Luego de que proporcionaban su registro a la oficina de correos, se les otorgaba una tarjeta de recibo con la que podían comprobar su estatus y que ya habían cumplido con el proceso correspondiente.
Tras concluir la Segunda Guerra Mundial, las autoridades migratorias decidieron diferenciar a los extranjeros que llegaban a Norteamérica y realizaron otros cambios según las razones que los llevaban al país de las barras y las estrellas.
A diferencia de los visitantes, y de los trabajadores que llegaban a EE.UU. por un tiempo determinado, los residentes permanentes legales obtenían un formulario I-151 impreso en papel verde.
Quienes contaban con esta tarjeta eran contratados más rápidamente que los inmigrantes que no la tenían y con el tiempo comenzó a nombrársele como “green card”. Con el paso de los años la tarjeta de residencia permanente de EE.UU. cambió su diseño y color, pero no su función.
Migrantes, autoridades y ciudadanos norteamericanos, la llamaron green card, en relación con el primer formulario para el registro de extranjeros que ingresaban al país para quedarse a vivir, y que sigue vigente hasta la fecha.
El Uscis explica que la tarjeta de residencia permanente se convirtió en una de las más anheladas y solicitadas por los extranjeros en EE.UU. pues era una forma de comprobar a las autoridades su derecho a vivir y trabajar en el país norteamericano.
Pese a que su nombre oficial era “Tarjeta de Estatus de Residente Legal”, los mismos migrantes, sus abogados, personal del Servicio de Naturalización y Migración (INS, por sus siglas en inglés), comenzó a llamarla por su color.
A pesar de los cambios aplicados por el INS debido a las falsificaciones que surgieron a partir de 1947, y que el formulario se imprimió en azul, los estadounidenses y los extranjeros la llamaron green card.
Luego de introducir tarjetas de diferentes colores, en el 2010 Uscis regresó al verde para los tonos principales de la tarjeta, además de un diseño con tecnología e imágenes holográficas para evitar fraudes.
Perder la green card es algo grave para el estatus migratorio de los residentes permanentes en el país norteamericano, de acuerdo con el Manual de Políticas de la Uscis.
Existen varias razones por las que una persona puede perder su estatus de residente permanente, aunque las principales son las siguientes:
El Uscis tiene indicaciones de retirar la residencia permanente si el titular de la green card pasa un tiempo prolongado fuera de EE.UU., sin contar con un permiso de reingreso.
Además, la green card tiene una fecha de expiración de aproximadamente diez años tras ser emitida, y en caso de no renovarse también puede ser retirado el estatus de residente permanente.
La green card también se puede perder si el titular comete algún delito grave, como homicidio, violación, secuestro, tráfico de drogas, participación en organizaciones criminales, crímenes de guerra y terrorismo.
La residencia permanente para vivir y trabajar en el país norteamericano también se revocará a quienes presenten documentos falsificados o brinden información alterada de forma deliberada a las autoridades de inmigración.