La mejora del clima económico-financiero le dio una inyección de valor al Gobierno. Si bien nunca mostró un ánimo derrotista luego del duro revés en las elecciones legislativas bonaerenses, ahora los cálculos que hacen sorprenden, sobre todo si se tiene en cuenta el complejo momento que se vivió hasta la semana pasada, con un dólar que cerró en $ 1.515 y un riesgo país que tocó los 1.442 puntos.
En los últimos contactos que distintos funcionarios –sobre todo del área económica- vienen manteniendo con diferentes sectores el discurso se repite y tiene tres ejes. El primero, que el 26 de octubre el Gobierno se llevará una victoria en las legislativas nacionaless, lo que abrirá un escenario totalmente diferente al que dejó la derrota oficialista el 7 de septiembre pasado. Y a partir de allí se abriría un escenario muy positivo para el Gobierno.
Tanto que, por ejemplo, el presidente Javier Milei y su equipo entienden que la inflación tenderá a mantenerse dentro de la franja de entre 1% y 2%, descartando algunos pronósticos que hablaban de cierto temor a la aceleración de los precios.
De cumplirse esto, se mantendría la línea de lo que mostró el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, que habla de un 1,8% para septiembre, un 1,7% para octubre, un 1,6% para noviembre y un 1,8% para diciembre.
El otro punto que destacan desde el equipo económico tiene que ver con el dólar. El Gobierno entiende que la furia cambiaria ya terminó y que de aquí al 26 de octubre ya no debería haber grandes sobresaltos.
Apuntan que el positivo arranque de la semana no es un mini veranito, sino que esta realidad llegó para quedarse. Incluso, para después del buen resultado electoral con el que se esperanza el oficialismo, el panorama cambiario se debería enfriar todavía más.
Las autoridades entienden que, incluso, la cotización podría estar por debajo de los niveles con los que arrancó esta primera semana de cierta calma desde el escalada postelectoral. Además, ya para ese entonces el Gobierno contará con los al menos US$ 7.000 millones que se espera lleguen desde el agro, el grueso con el que se pretende generar un colchón de reservas importante como para intervenir en el mercado en casos de extrema necesidad como los que se dieron hasta la semana pasada.
También valoran el peso específico que tiene el apoyo que le dio a Milei el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, algo que también analizan como un espaldarazo importante a la hora de mirar el efecto que tiene esto sobre los mercados.
Esto incluso le dará a la gestión libertaria otra necesidad de buscar anabólicos para sumar dólares. Se sabe, si algo no quiere el Gobierno es alejarse del camino del equilibrio fiscal, y ceder ante los eternos reclamos del campo para que se eliminen las retenciones no es lo que más gracia le causa.
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Bajar los impuestos a las exportaciones a algunos segmentos del agro le representará al Gobierno un costo fiscal que se moverá entre los US$ 1.400 y los US$ 1.800 millones, demasiado para la rectitud que se pretende en las cuentas.
Hoy, con la idea de que el resultado de las elecciones será positivo, Economía descarta por completo la posibilidad de que esta eliminación de las retenciones se pueda extender para lo que queda del año. Sin embargo, todo dependerá de lo que finalmente dictaminen las urnas a fines de octubre. Previo a esta necesidad imperiosa de sumar dólares, el Gobierno negaba de forma repetida que se pudiera tomar una medida como la que se tomó el lunes pasado.