La derrota electoral del oficialismo jujeño en octubre no fue un accidente ni una sorpresa. Fue el resultado de una serie de errores acumulados, decisiones desconectadas de la realidad y una creciente distancia entre el poder y la sociedad. Sin embargo, lo que más llama la atención no es el resultado en sí, sino la incapacidad de quienes gobiernan para comprender que ellos mismos provocaron su caída.
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(La imagen que describe la perdida de territorios por parte del oficialismo frente a una fuerza relativamente nueva)
El ministro de Infraestructura, Carlos Stanic, expresó en los últimos días que el espacio está “triste y golpeado”, y que sienten que “no se valoró todo el esfuerzo que se hace”. Pero detrás de esa lectura hay una negación profunda: no se trata de falta de reconocimiento, sino de falta de sintonía. La gente no dejó de valorar el esfuerzo del Gobierno; dejó de creer en su relato.
Desde hace tiempo, el oficialismo jujeño vive encerrado en su propia narrativa de gestión exitosa, sin advertir que en las calles el malestar crecía. La pérdida de poder territorial en barrios históricamente radicales —como el propio barrio Ciudad de Nieva, al que Stanic aludió con sorpresa— muestra hasta qué punto se rompió el vínculo con la base social que los sostuvo durante años.
“No sé qué paso en Ciudad de Nieva. Mi barrio que ha sido eternamente radical”
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( La victoria de La Libertad Avanza se replicó en todos los barrios capitalinos)
Stanic sostuvo que, a pesar del revés electoral, el resultado no modificó sustancialmente la representación legislativa del espacio: “Si soy objetivo, teníamos un diputado en juego y recuperamos un diputado. Históricamente tenemos un diputado. Desde 2015 venimos con uno, salvo en 2017, que fue esa ola amarilla que nos impulsó para meter dos diputados, pero después siempre fue uno”.
El ministro atribuyó parte del resultado adverso al contexto nacional: “Seguramente hemos caído en la ola violeta de todo el país. Igual no nos podemos quedar solamente con eso, algo habremos hecho mal”.
Embed – «No se valoró todo el esfuerzo que se hace», dijo el ministro de Infraestructura tras las elecciones
Finalmente, resumió el clima interno tras el encuentro del espacio: “Hicimos una catarsis nada más. Esto hay que pensarlo con la cabeza fría”.
Hoy, mientras el oficialismo intenta “hacer catarsis” y procesar el golpe, persiste una peligrosa tendencia a mirar hacia afuera en lugar de hacia adentro. No hay estrategia posible sin autocrítica.
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La sociedad habló en las urnas, y lo hizo con claridad. El problema es que, una vez más, el poder no está escuchando.
