miércoles, 12 noviembre, 2025

Por qué en el granero del mundo se derrumban empresas lácteas como Verónica, SanCor y La Suipachense

El sector de los lácteos atraviesa uno de sus períodos más complejos, con un derrumbe en el consumo que no ha hecho más que prolongarse en el tiempo y niveles de endeudamiento que, herencia de otros años, se intensificaron sobre todo en el último bienio. Aunque con matices y diferencias, lo cierto es que la merma en la comercialización, combinada con dificultades para hallar financiamiento local y externo, y el alza de los costos laborales y productivos en general, se transformó en el último clavo del cajón para varias empresas del rubro. Desde SanCor hasta ARSA, pasando por Lácteos Verónica y La Suipachense, nombres emblemáticos, llegan a esta altura de 2025 con la incertidumbre de no saber si podrán mantenerse en funcionamiento en el mediano plazo. Pero con la certeza de que no hay futuro posible si el nivel de ventas no mejora en lo inmediato.

Una muestra contundente de los inconvenientes que padecen las lecheras tiene lugar en Lácteos Verónica y su presente de dificultades financieras. La firma llega a esta instancia del año con la pregunta abierta respecto de cómo será su funcionamiento a partir de 2026.

Luego de alcanzado un acuerdo con el gremio ATILRA y la cartera de Trabajo de la provincia de Santa Fe, la firma retomó parte de su actividad a fines de septiembre tras cuatro meses de parate y activó un plan de pago de salarios adeudados con sus casi 700 operarios.

Lácteos Verónica y una deuda que no deja de multiplicarse

La lechera atravesó octubre cumpliendo con esa parte, pero lo cierto es que su realidad financiera es por demás preocupante: la empresa emitió miles de cheques sin fondo a lo largo de 2025 y adeuda millones a sus proveedores.

Según datos de la base de deudores del Banco Central (BCRA) a los que accedió iProfesional, Lácteos Verónica acumula casi 3.500 cheques rechazados por carecer de fondos.

En el último año la empresa sólo cubrió 560 de esos documentos, esto es, el 16,1% de lo emitido. Siempre de acuerdo al BCRA, la compañía santafesina acumula una deuda por cheques rechazados del orden de los 12.698 millones de pesos.

Como expuso este medio en otros artículos, la falta de insumos por la deuda que mantiene con proveedores complica la recuperación de Lácteos Verónica, que hoy depende de la producción «a fazón», esto es, para terceros, en dos de sus plantas (Lehmann y Suardi), aunque no consigue reactivar la elaboración de lácteos en sus instalaciones en Clason.

Precisamente, en ese punto productivo es que sigue manifiesta la crisis que atraviesa a la lechera: en Clason, Lácteos Verónica apenas si alcanza a procesar 20.000 litros de leche cada dos días. Ese flujo le permite concretar una hora de envasado.

En esa misma planta, la elaboración de quesos, dulces y manteca sigue detenida por completo, lo cual explica por qué Lácteos Verónica sigue ausente en la mayoría de las góndolas y heladeras de los supermercados.

SanCor, ahogada por los pedidos de quiebra

Por su parte, SanCor se mantiene al borde del cierre definitivo. En concurso de acreedores, la empresa debe más de $20.000 millones solo en concepto de sueldos impagos y coberturas sociales y sindicales. Y, según reconocen en torno a la unión de cooperativas, suma más de 300 pedidos de quiebra en su contra.

En esa línea, Guillermo Vales, juez a cargo del concurso de la láctea, viene de invitar a los acreedores de la compañía a presentar planes de reactivación para SanCor, en una acción que se considera inédita para ese sector comercial.

En días recientes, la directiva de la empresa presentó ante la Justicia un plan de crisis que propone, a modo de aspecto sobresaliente, el recorte de 304 puestos de trabajo como medida de base para mejorar sus cuentas.

En los últimos dos años SanCor implementó 370 despidos aunque, más allá del tenor de la medida, la láctea no logró reducir su rojo operativo y financiero.

«Actualmente, hay un poco más de 300 pedidos de quiebra y ahora se le corrió traslado a la empresa, que debe contestar y defenderse de esos pedidos de quiebra», declaró recientemente Aldo Regali, al frente del estudio de abogados que patrocina a un gran número de empleados de SanCor.

La compañía apenas se sostiene a partir de los contratos a fasón, esto es, la producción para terceros que aún mantiene con firmas como Elcor, Punta del Agua y La Tarantela.

La Suipachense, otro nombre fuerte en estado crítico

La Suipachense, otro emblema de ese rubro, también transita días críticos: movilizados ante la posibilidad de despidos masivos, sus empleados acumulan más de 60 días de acampe en las instalaciones de la firma. La compañía prácticamente no procesa leche y su planta está a un paso de quedarse sin luz ni gas por falta de pago.

Controlada por el grupo venezolano Maralac, la compañía mantiene paralizada la mayoría de la producción y en torno a la lechera aseguran que la intención de sus propietarios es negociar el traspaso a otro grupo empresarial.

A mediados del mes pasado, los empleados de La Suipachense se movilizaron hasta el Juzgado N° 7 de Mercedes exigiendo una resolución judicial a favor del personal. Sostuvieron que la intención de Maralac es despedir a casi la totalidad de los 140 trabajadores de la firma para, luego de ese recorte, avanzar con la venta de la lechera.

Se menciona a la chilena Lácteos Conosur SA como la firma interesada en las instalaciones en la bonaerense Suipacha. Afirmaron, también, que la planta de La Suipachense arrastra deudas millonarias con proveedores y mantiene salarios impagos desde julio.

En la comunidad la situación es de suma preocupación dado que la láctea es un pilar clave del empleo en Suipacha. En septiembre, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios local tomó la decisión de iniciar una colecta solidaria para ayudar a los trabajadores de La Suipachense que, expresaron, «atraviesan una situación compleja desde lo laboral».

En su mejor momento comercial, la empresa llegó a operar con hasta 250.000 litros diarios. En la actualidad, ese volumen se redujo a 0 aunque, vale aclararlo, ya en el último año su capacidad había bajado hasta merodear los 40.000 litros diarios.

Por estos días, fuentes del ámbito lechero estiman en $3.000 millones mensuales el monto que requiere La Suipachense para operar con normalidad. La firma, aseguran, apenas si recaudó $500 millones en el último bimestre.

La quiebra de ARSA se suma al mal momento del sector

Por último, resta hacer referencia a un caso que, aunque complicado desde hace varios años, terminó por concluir de la peor forma. La semana pasada finalmente se decretó la quiebra de Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), la compañía que desde 2019 se encargaba de producir yogures y postres con la marca SanCor

Vía resolución judicial, se estableció el cierre formal para una crisis que llevaba meses paralizando la actividad en su planta industrial de Sunchales, Santa Fe, donde trabajaban más de 400 personas.

Los empleados habían mantenido la operación a pulmón durante meses, pese a la falta de aportes patronales y salarios adeudados. Al día de hoy, muchos de ellos siguen sin cobrar y sin recibir información oficial sobre su futuro laboral o las posibles instancias de recuperación del negocio.

El sindicato ATILRA había reclamado sin éxito que se preservaran los puestos de trabajo y que se responsabilizara a los inversores que tomaron el control de la empresa.

A la par del endeudamiento que evidencian la mayoría de las compañías lecheras, lo cierto es que el panorama actual del sector lácteo combina factores que ponen en serio riesgo la continuidad de muchas empresas.

En ese sentido, la sobreoferta de leche cruda, con volúmenes que crecen semana a semana y se acercan a los máximos estacionales, coincide con un mercado interno deprimido, que sigue siendo el principal canal de venta para la mayoría de las firmas pequeñas y medianas del segmento.

Asimismo, los precios finales muestran caídas que van del 5 al 10%, lo cual refleja un consumo retraído y la pérdida sostenida del poder adquisitivo. El cuadro negativo se completa con exportaciones que se ven cada vez más restringidas.

Como expuso recientemente iProfesional, el tipo de cambio vigente y la pérdida de competitividad externa limitan la colocación de excedentes en el mercado internacional, dejando a muchas empresas con producción acumulada y sin alternativas comerciales rentables.

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