martes, 12 agosto, 2025

Jen Pawol, la árbitra que hizo historia en el béisbol

Las Grandes Ligas, el torneo de béisbol más importante del mundo, acaba de romper una barrera histórica: Jen Pawol se convirtió este fin de semana en la primera árbitra en dirigir un juego por la temporada regular de la Major League Baseball (MLB), luego de hacerlo en la serie entre los Miami Marlins y los Atlanta Braves.

La oriunda de New Jersey, de 48 años, hizo trizas más de un siglo de dominio masculino absoluto del referato en la liga más destacada del deporte de la pelotita de rojas costuras. Pawol fue parte del equipo arbitral en los tres partidos de esa serie del fin de semana: se estrenó oficialmente el sábado con la doble cartelera (estuvo en primera base en el primer juego y en tercera base en el segundo) y cerró su actuación el domingo como jueza principal, cantando bolas y strikes detrás del denominado “home plate”, la cuarta y última base del campo y el lugar en el que se ubica el bateador.

De New Jersey a la MLB

Siempre estuvo ligada al deporte. Primero como atleta -se desempeñaba como receptora (“catcher”)- y luego como referí en softball, su llegada al béisbol comenzó hace exactamente una década. En 2015 y con diez años de experiencia arbitrando en softball, Pawol asistió a un campamento para árbitros en Atlanta. Según detalla una nota publicada en 2023 por The Athletic, estaba allí Ted Barrett, un histórico de la profesión con 29 años como referí en las Grandes Ligas, quien quedó impresionado con ella y la alentó a viajar a Cincinnati para un evento de la MLB para árbitros que era abierto a todo el mundo. “Sabes que soy mujer, ¿verdad?“, recuerda haberle dicho Pawol en ese momento, consciente en su chiste de la barrera de género que todavía blindaba el acceso laboral allí. Pawol no solo asistió al evento. Tras acercarse a la órbita de la MLB, allí inmediatamente percibieron su potencial y le ofrecieron invitaciones y capacitaciones exclusivas hasta que, un año después, llegó su primer trabajo en las llamadas Ligas Menores, la organización profesional de béisbol que opera como antesala deportiva de la MLB. Barrett le había advertido: ”Mira, van a ser 10 años en las Menores antes de que pises un gran estadio“. Ella no dudó. Y el 24 de junio de 2016 comenzó su carrera profesional como árbitra en una liga de novatos de Florida -llamada entonces Gulf Coast League- dirigiendo un juego entre los GCL Tigers West y los GCL Blue Jays, según registra la agencia AP.

La llegada de una mujer a la órbita del béisbol más importante del mundo era, aun en sus categorías menores, una noticia: desde Bernice Gera (con un único juego en 1972) a Ria Cortesio (entre 1999 y 2007), solo seis mujeres habían arbitrado en campos de las Ligas Menores. En la previa de aquel estreno en 2016, antes de convertirse en esa séptima en dirigir en esas instancias, Pawol se refirió a ese contexto de hegemonía masculina. “En lo personal, amo hacer este trabajo. Los demás temas que han surgido últimamente no son cosas que yo pueda controlar. Puedo controlar mi ritmo de trabajo, mis decisiones en el campo, mi profesionalismo… pero el género, el color y cosas así, nadie puede controlarlas. Entiendo por qué la gente habla de ello y por qué hace esas preguntas, debido a la rareza de que haya mujeres involucradas en esto. Solo espero que inspire a más chicas y mujeres a participar“, le dijo entonces a la web oficial de las Ligas Menores.

El camino de las pioneras

Además de Gera y Cortesio, las otras mujeres que arbitraron en las Ligas Menores antes de Pawol fueron Christine Wren (1975-1977), Pam Postema (1977-1989), Theresa Cox Fairlady (1989-1991) y Shanna Kook (2003-2004). Sus caminos, que quedaron truncos en el arbitraje rumbo a las Grandes Ligas, debieron enfrentar un machismo férreo que las dejó literalmente fuera de juego. Desde críticas estúpidas a su apariencia o al tono de su voz hasta violencias mayores, como las que forjaron las demandas presentadas por Postema y Cox Fairlady. Según The New York Times, la primera alegó “discriminación sexual” y la segunda, “acoso y abuso dentro de la comunidad de árbitros”; ambas demandas finalmente se resolvieron fuera de los tribunales.

En una nota publicada por CBS News en 2007, en la previa de la que sería su última temporada como árbitra, se recuerda que Cortesio “se cortó la colita de pelo hace unos años para no destacar en el campo de juego”. El jugador Derrek Lee, entonces en los Chicago Cubs, expresaba su disgusto con las desigualdades con las que debían lidiar las árbitras y ponderaba el trabajo de Cortesio. “Creo que ya es hora. Los ojos de las mujeres son tan buenos como los de los hombres. ¿Por qué no pueden ser árbitras?“, se preguntaba el beisbolista. Faltaban todavía 18 años para que la barrera de género se rompiera en la MLB.

“Las cosas con las que Pam, Ria y Chris tuvieron que lidiar… -contó Pawol en aquel artículo de The Athletic-. Ellas movieron las grandes rocas”. Para Jen, que finalmente quedará en la historia como la primera que lo logró, los tiempos han cambiado: “Ya no tienes que cambiarte el nombre ni fingir ser un chico“. Cortesio, que tenía 22 años cuando empezó a desempeñarse profesionalmente como árbitra, también fue notando algunas modificaciones. ”Cuando yo trabajaba, contrataron a un árbitro de 28 años y lo consideraban anciano. Parece que ahora el juego está más abierto a diferentes edades y personas, y eso es bueno“, analizó la pionera en 2018, quien le mostró entonces todo su apoyo a Pawol, en diálogo con The Quad City Times.

“Soy consciente de la magnitud“, dijo Pawol durante una videollamada con periodistas el jueves pasado, en la previa de su debut histórico en la MLB, una oportunidad que para las mujeres tardó más de cien años en llegar. ”Ser árbitra es para mí. Está en mi ADN. Ha sido un viaje largo y duro hasta la cima“, destacó, y además definió su carrera en el béisbol profesional como un “proceso de entrevista de 10 años” rumbo a este momento.

El día que hizo historia

Después de trabajar en más de 1200 juegos de las Ligas Menores, el sábado finalmente llegó el momento tan esperado, cuando ingresó al Truist Park de la mano de una ovación que bajaba desde las tribunas. “Fue increíble cuando entramos al campo y parecía que mucha gente empezó a aplaudir y a decir mi nombre. Fue muy intenso y emotivo”, contó la árbitra después de aquel primer juego de la serie entre Marlins y Bravos.

A Pawol le costó un rato ubicar a sus invitados, entre ellos su padre, en un estadio muy distinto a los espacios habituales de las categorías previas a la MLB a los que estaba acostumbrada. “Cuando busqué, no estaban en la categoría inferior como en las Ligas Menores. Me tomó un tiempo encontrarlos. ¡Estaban ahí arriba! Nunca lo olvidaré“, le contó a los medios. ”El sueño se hizo realidad. Estoy muy agradecida con mi familia, con las Grandes Ligas por crear un ambiente de trabajo tan increíble y con todos los árbitros con los que trabajo“, agregó, conmovida.

“Mientras que como jugadora estás haciendo que el juego suceda, como árbitra el juego pasa a través de ti“, definió Pawol su trabajo hace nueve años, en la previa de su debut profesional. La gorra que utilizó el sábado en su primer partido como jueza en las Grandes Ligas ya es parte del National Baseball Hall of Fame and Museum, la institución que preserva la historia del deporte y ha recibido más de 18 millones de visitantes desde su apertura en 1939. A su cariñosa donación, el destino le pagó con un regalo: entre los numerosos carteles dedicados a ella en el estadio el sábado, había uno que decía ”Gracias, Jen“ y simbolizaba en ella un agradecimiento a todas las mujeres que pavimentaron el camino a esta nueva conquista histórica.

La ilusión, ahora, es ganarse un puesto como “umpire“ a tiempo completo; un reto difícil en la máxima liga de béisbol mundial, allí donde hay solo 76 árbitros y las vacantes aparecen ante el retiro de alguno de ellos. Pero hay una ilusión mayor que ya está encendida, desde el sábado: la de las únicas ocho mujeres que arbitran en las Ligas Menores en la actualidad -según datos de la MLB- y sueñan con llegar al mayor nivel y la de todas las niñas y jóvenes que acaban de ver allí, en la sonrisa de Jen Pawol captada por las cámaras y en sus gritos firmes en cada decisión sobre el juego, el horizonte de una nueva vida posible.

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