“Estamos viviendo un jubileo de la corrupción. Ayer escuchamos algunos fragmentos de audios de Diego Spagnuolo -director de la Agencia Nacional de Discapacidad- hablando de coimas, de licitaciones amainadas, empresarios muy importantes como el de la droguería Suizo Argentina. Estamos presentando una citación al plenario al doctor Spagnuolo y a Karina Milei para que vengan a explicar los audios y digan si son ciertos o no”, dijo ayer en el recinto el diputado socialista Esteban Paulón. Se sumó así a otras voces de la oposición que reclamaban saber si eran ciertos los audios que reveló una investigación periodística adjudicados al funcionario donde reconocía que Karina Milei y Lule Menem cobraban coimas de droguerías proveedoras del Estado, todo ante el silencio de la bancada oficialista y aliados que optaron por no entrar en el debate, ni siquiera para defender a los acusados, algo que sorprendió a muchos. Según Paulón, la empresa apuntada y mencionada en los audios que se le adjudican a Spagnuolo es la Droguería La Suizo Argentina, cuyo presidente Jonathan Kovalivker es conocido en el círculo íntimo del Presidente por ser aportante de su campaña presidencial.
Una pregunta que comenzó a correr en las últimas horas, con la aparición de estos audios y otras críticas a funcionarios como el ministro de Salud, Mario Lugones, es si estas operaciones aparecen para mostrar un quiebre con uno de los lados del ya cada vez más endeble “triángulo de hierro”, donde los leales a Santiago Caputo intentan despegarse de las acciones de la poderosa hermana del Presidente. No sería la primera vez que el nombre de Karina Milei aparece mencionado en un posible caso de corrupción. La justicia argentina avanza en investigar su participación en la Causa $LIBRA mientras reconstruye la trazabilidad de millones de dólares transferidos por Haylen Davis a billeteras virtuales justo antes o después de reuniones realizadas con el mismo Presidente o del famoso posteo del 14 de febrero. También a Karina se la mencionó en una supuesta venta de candidaturas en las listas libertarias y, hace un mes, fue denunciada por la Coalición Cívica por el delito de “tráfico de influencias”, pidiendo su investigación por presuntos cobros para realizar audiencias o favores en la esfera presidencial: “Karina es la cajera”, sentenció Elisa Carrió, dirigente política a la que ningún libertario podría llamar “cuca” -como de modo desagradable llaman a los kirchneristas- y que es una de las luchadoras inclaudicables contra la corrupción pública en la historia reciente. Los mismos kirchneristas puede dar fe de eso.
También el empresario Leonardo Scatturice demostró su cercanía libertaria al lograr que se le adjudique, sin licitación y con contratación directa, a su empresa OPC Tech la renovación de licencias para las redes de soporte de conectividad en todas las escuelas estatales a nivel nacional, un negocio por un monto de US$78.650.000. Este es solo uno más de los 21 contratos que se adjudicaron algunas de sus empresas con el estado nacional desde que Milei es presidente. Su nexo con Donald Trump lo convirtió en el empresario favorito del poder libertario.
Desde que asumió Javier Milei la presidencia jamás ocultó su preferencia por Carlos Menem -a quien llevó como primer homenajeado al salón de los próceres- y por su familia. Martín y Lule Menem se convirtieron en la “contraparte” política de cada acción de “el Jefe”, y con ellos vinieron las sospechas de corrupción en contratos con el Estado y la denuncia que vincula a uno de ellos, Lule Menem, con las droguerías. Vale recordar que el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Martín Menem, quedó en el ojo del huracán porque su empresa familiar, Tech Security SRL, obtuvo una licitación directa de 3900 millones de pesos otorgada por el Banco de la Nación Argentina. La acusación también expone el entramado de poder y negocios que alcanzan a boliches y clubes de fútbol.
No aporta mayor credibilidad al gobierno que éste mande a sus voceros a sostener en los medios amigos que llegó para desterrar “años de corrupción peronista” y lo haga de la mano de una de las familias más representativas del peronismo, los Menem. La voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero, el 3 de noviembre de 1995, que dejó un pueblo destruido, 7 muertos y decenas de heridos que fue adjudicada a la intencionalidad de ocultar pruebas del tráfico de armas a Ecuador y Croacia, podría ser una síntesis de la llamada “corrupción menemista” durante la década del 90.
En los últimos días, y una vez presentada la campaña del oficialismo, asistimos a una de las mayores contradicciones a cielo abierto que nos regala la política vernácula. Con el lema “kirchnerismo nunca más”, utilizando irrespetuosamente una consigna, el “Nunca más”, que fue la que identificó el trabajo de la Conadep en los juicios a las Juntas Militares de 1985, los libertarios desembarcaron en la provincia de Buenos Aires sosteniendo que “el kirchnerismo destruyó esta provincia en 20 años”. Curioso, uno de los organizadores de los actos y que abrió muchas puertas y contactos con referentes locales en territorio bonaerense es Daniel Scioli, gobernador de ese distrito durante 8 años de los 20 mencionados en la diatriba oficialista, Vicepresidente de la nación de Néstor Kirchner y ministro y embajador de Alberto Fernández. Aunque también podríamos sumar al mismo armador, Sebastián Pareja, a la candidata en La Matanza, Leila Gianni, a Pilar Ramírez y a decenas de candidatos poco conocidos, pero con un reciente compromiso militante con el kirchnerismo. Sumar peronistas a las listas es algo que se repite en varias provincias, lo cual parece demostrar que la renovación política es apenas un poco vergonzoso “cambio de membresía”, como si la portación de la nueva vestimenta política cambiara el pasado de cada dirigente. Cualquier lector en las distintas provincias argentinas conocerá la transmutación de varios punteros peronistas advenidos en libertarios. Es más, en Santa Cruz recogieron a los kirchneristas expulsados del gobierno por el gobernador Vidal y los nombraron en las agencias nacionales Anses y PAMI con el fin de actuar desde allí a favor del gobierno. Algo que seguramente deben saber en el gobierno es que donde se siembran peronistas hoy, no florecerán liberales mañana.
La campaña electoral para las elecciones de medio término tendrá a un gobierno intentando demostrar que sus logros máximos, desacelerar la inflación y el achique del gasto público, son herramientas necesarias para salir de la crisis. Mientras tanto, la recesión y el desempleo comienzan a dar señales de alerta que ya nadie puede esconder detrás de un número frío de la macroeconomía. Además, deberá responder al mote de “cruel” que el mismo Milei adoptó como un símbolo de convencimiento y fortaleza en su postura de reducir el gasto público, pero que queda desnudo y poco provisto de humanidad cuando legisladores propios, como la senadora bullrichista, Carmen Álvarez Rivero, en su afán de fortalecer esa postura en medio del debate sobre la emergencia pediátrica, dice sin sonrojarse “no creo que los niños argentinos tengan derecho a venir al Garrahan a ser curados. Ese derecho no lo conozco en ningún lado”, algo que quedará como una de las frases políticas más desalmadas del año legislativo.
Pero, aun así, es tal el descontento que aún perdura en gran parte de la sociedad con el pasado político reciente que el oficialismo cuenta con buenas mediciones de opinión preelectorales, que lo hace ver con confianza en el triunfo. Esa es la carta más fuerte que tienen Milei y los suyos para ganar la partida. Porque la otra carta, la de la renovación política contra la casta y la corrupción pública, ya está guardada nuevamente en el mazo.
Acusaciones ligadas a la corrupción y al propio estilo de “casta” seguramente formarán parte del debate de campaña. En poco más de 20 meses, pausadamente y copiando la peor cara de su antecesor, el gobierno libertario parece estar convirtiéndose en el gobierno no peronista más peronista de la historia.