Este martes Diego Kravetz, funcionario macrista que ocupaba el cargo de secretario de Seguridad en la Ciudad de Buenos Aires, fue designado por el gobierno nacional como el segundo al mando de la recientemente reinstaurada Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE) , que desde mayo maneja el publicista y productor mediático Sergio Neiffert, ladero del “asesor” central Santiago Caputo.
Según la escueta información difundida anoche por el vocero presidencial Manuel Adorni, el flamante subsecretario Kravetz “estará a cargo de coordinar las operaciones de las cuatro agencias de inteligencia” que nuclea la SIDE desde julio (cuando fue reestructurada por Milei): Servicio de Inteligencia Argentino (SIA, a cargo de Alejandro Colombo), Agencia Nacional de Seguridad (ANS, conducida por Alejandro Cecati), Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC, la maneja Ariel Waissbein) y División Asuntos Internos (DAI, a cargo del contador Cristian Auguadra).
En julio pasado, mientras Milei reestructuraba la SIDE , el entonces secretario de Seguridad porteño Diego Kravetz generaba una ola de repudio al declarar en una entrevista radial que “darle de comer a alguien en situación de calle es acomodarlo en la pobreza” y que quienes se compadecen de esas personas “los ayudan a estar más cómodos en la marginalidad”. En ese momento arreciaba en la Ciudad una fuerte ola de frío y la falta de políticas públicas del gobierno del PRO habían derivado en no menos de cinco muertes por hipotermia de personas en situación de calle.
Aquellas declaraciones Kravetz pintan de cuerpo entero a este reaccionario abogado de 53 años. Y a sus opiniones hay que sumarle el derrotero de su carrera política, digno ejemplo de transfuguismo y acomodamiento según soplen los vientos.
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De K a M&M
En 2003, a sus 31 años, Kravetz ganó una banca en la Legislatura porteña a través de las listas del Partido de la Revolución Democrática. Ese espacio se integró prontamente al kirchnerismo e impulsó la reelección del entonces jefe de Gobierno Aníbal Ibarra. Hasta 2009 Kravetz condujo el bloque del Frente para la Victoria en la Legislatura y fue todo un referente del kirchnerismo porteño.
Siendo legislador conoció a su colega Soledad Acuña, quien a la postre sería su esposa, madre de sus hijos y ministra de Educación de Horacio Rodríguez Larreta. Por esa época ya tejía vínculos con el peronismo no kirchnerista porteño, representado entre otros por Alberto Fernández y Jorge Telerman. Del entonces futuro presidente del Frente de Todos llegó a ser su “mano derecha” cuando éste rompió con Cristina Kirchner y agrupaciones como La Cámpora lo bautizaron “traidor”. Kravetz incluso tuvo participación en el armado político de otro “traidor”, Sergio Massa.
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El ahora subsecretario de la SIDE terminó rompiendo con el FpV y armó un bloque propio, Identidad Porteña. Con ese sello se integró al bloque peronista de la Legislatura y hasta llegó a presidirlo. Fueron años de intensa tarea legislativa pero, sobre todo, de frenética rosca con la casta política. Así, mientras militaba en el “albertofernandismo” fue tejiendo una estrechísima relación con el PRO, al que finalmente se integró en 2015, con la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia, de María Eugenia Vidal a la gobernación bonaerense y de Néstor Grindetti a la intendencia de la populosa Lanús.
Grindetti lo puso al frente de la Secretaría de Seguridad y Movilidad Sustentable del Municipio. En 2017 se convirtió en jefe de Gabinete de Lanús, al tiempo que siguió manejando el área de “seguridad” comunal. Y en abril de 2023 directamente se hizo cargo de la Intendencia, cuando Grindetti pidió licencia para asumir como presidente del club Independiente de Avelleneda (era el vice de Fabián Doman, que al poco tiempo de ganarle a Hugo Moyano decidió renunciar al cargo).
En las elecciones del año pasado Kravetz quiso seguir siendo un hombre fuerte del PRO en el Conurbano bonaerense. Se presentó como candidato de Juntos por el Cambio para continuar al frente de la intendencia lanusense. Pero perdió contra Julián Álvarez, su opositor de Unión por la Patria. La derrota lo devolvió a la Ciudad de Buenos Aires, donde el flamante jefe de Gobierno Jorge Macri lo convocó para hacerse cargo de la Secretaría de Seguridad porteña y, a la vez, constituirse en jefe de la Policía de la Ciudad.
Los “pergaminos” de Kravetz al frente de las áreas de “seguridad” de Lanús y CABA son tan pobres como clarificadores. El hostigamiento violento y sistemático a la gente en situación de calle, la represión a las protestas callejeras de trabajadores y organizaciones civiles y la criminalización de la población pobre son la contracara de los múltiples pactos y negociados con las mafias del narcotráfico, el contrabando diverso y demás expresiones del crimen organizado que operan impunemente a lo largo y ancho del territorio.
Valga como simple ejemplo la relación de colaboración mutua entre Grindetti y las barrabravas de los clubes Lanús e Independiente, donde todo tipo de actividades criminales se combinaron con el organigrama y la logística del PRO (algo copiado del peronismo, claro). Ese entramado de vínculos y alianzas subterráneas fue detalladamente descrito por Carlos Pagni en su libro El Nudo (Planeta, 2023). En ese entramado Kravetz tuvo un rol protagónico.
Tras décadas de rosca y escalamiento, el reaccionario Kravetz finalmente llegó a uno de los puntos cumbres de su carrera política. Ahora, a las órdenes de les hermanes Milei y del “asesor” Caputo, le tocará “coordinar” a un ejército de agentes encubiertos, anónimos y con recursos económicos ilimitados cuyo objetivo central es el mismo que le han dado todos gobiernos: controlar y perseguir tanto a opositores como a enemigos políticos. Por eso a la SIDE se la conoce popularmente como “las cloacas del Estado”. Aunque a esta altura ya habría que llamarle “los cimientos”.