Carla Aliño y Carlos Bazarra
València, 1 nov (EFE).- La salida de València hacia Madrid por la A3 se encuentra ya transitable pero sigue repleta de coches amontonados a ambos lados de la calzada e invadida, en la mediana y las vías de servicio, de restos materiales y de maleza arrastrados por la dana.
Los efectos del devastador temporal que ha arrasado parte del área metropolitana de València se hacen visibles nada más cruzar el puente que salva el nuevo cauce del río Turia y separa la capital de parte de la zona cero de la dana.
El caudal del Turia sigue ofreciendo esta mañana una imagen insólita para València, pues en su gigantesco nuevo cauce acumula gran cantidad de agua, algo muy poco habitual, aunque no llega a los niveles históricos que alcanzó el miércoles.
Poco antes de las 9 de la mañana de este viernes festivo se podía acceder sin demasiado problema de tráfico a esta salida de la ciudad, y por el entorno de la avenida del Cid se veía a numerosos grupos de gente, sobre todo joven, «armados» con cubos, capazos, escobas y palas que se dirigían a pie hacia las poblaciones limítrofes arrasadas por la dana, como ya sucedió en menor medida este jueves.
Una vez en la A3 la circulación es lenta y en algunos tramos a través de un solo carril, y la circulación ha de ir zigzagueando en algunas zonas, ya que hay todavía numerosos vehículos amontonados a ambos lados de la calzada e incluso invadiendo algunos carriles.
Un gran número de efectivos de la UME y de la Guardia Civil y personal de Protección Civil trabaja sin descanso a lo largo del primer tramo de la autovía para devolver la normalidad cuanto antes a esta vía de conexión terrestre con la capital y el resto de España.
Toneladas de cañas, árboles arrancados, maleza y restos industriales de los centenares de empresas que hay repartidas por toda esa zona se mezclan con el fango y el barro, dejando un escenario catastrófico al que es imposible no prestar atención.
Sobre todo si se viene de la ciudad de València, en la que la dana más catastrófica de este siglo en España apenas ha dejado rastro, salvo en las pedanías ubicadas al otro lado del nuevo cauce del río Turia.
Y es que esta infraestructura, creada tras la riada de 1957 para evitar nuevas inundaciones en la capital por el desbordamiento del Turia, ha cumplido con eficacia su cometido y ha aislado a València de ser una parte más de la catástrofe que se vive a su alrededor desde el pasado martes.
El reguero de destrucción es claramente visible por la A3 hasta la llegada al viaducto de Buñol, donde el paisaje vuelve a ser el habitual, aunque salpicado en momentos puntuales hasta Utiel de vehículos averiados y zonas donde se concentran los equipos de emergencia y personal de la UME, como en la zona del cauce del río Magro, que se desbordó en Utiel.
A partir de ese punto, el tráfico es escaso y no presenta ninguna complicación, aunque es habitual cruzarse en sentido hacia Valencia con convoyes de vehículos de la UME y de servicios de emergencia.
Las autoridades insisten este viernes en evitar cualquier desplazamiento por carretera que no sea estrictamente necesario en las provincias de Valencia y Castellón, pues sigue activa la alerta por la dana y es necesario dejar libres los accesos para los servicios de emergencia. EFE